viernes, 24 de octubre de 2008

I like New York in june

Sustituid New York por Madrid. Sustituid junio por todos los meses del año. Y eso es lo que hay.

Me gusta Madrid. Y me gustan sus habitantes.

Ayer comencé la búsqueda de una cinta de cuero para "tunear" mi bolsa de Indiana Jones (tarde o temprano colgaré por aquí una foto, seguramente más tarde que temprano). El caso es que comencé en una zapatería, en la cual me dijeron que sí, que se la pondrían gustosos, pero que la cinta la tenía que llevar yo. Pero me indicaron una mercería donde quizá me la pudieran vender.

Así que me acerqué a la mercería, y pregunté, pero tampoco tuve éxito. Lo que ocurrió, en cambio, es que una de las clientas me comentó que justo al lado había otra zapatería (distinta de la primera), y que lo intentara allí.

En la segunda zapatería me ocurrió prácticamente lo mismo: no, no podían hacer eso, porque cintas de cuero no tenían, pero otro de los clientes me propuso una alternativa (que dejé para otra ocasión, porque a esas horas, casi las ocho de la tarde, no me iba a dar tiempo de llegar).

El caso es que, de camino a mi casa, me topé callejeando con otra mercería, así que me dije "¿por qué no intentarlo?", con similar resultado a ocasiones anteriores. Pero esta vez me enviaron a un comercio de telas, en la cual me dieron la dirección de una tienda de curtidos, donde casi seguro tendrán lo que busco.

Un lector impaciente concluirá que los madrileños son gente incapaz de resolver problemas, y que lo que mejor hacen es "despachar marrones". Y uno optimista como el que esto escribe pensará que lo que hicieron todos ellos fue ofrecer alternativas a un problema, y la mitad de ellos sin que yo tuviera que preguntarles. Simple y amablemente me dieron su ayuda, por el mero hecho de tener una respuesta al lado de alguien que tenía una pregunta.

Y sí, es sucia, ruidosa, las obras nunca cesan, ir a ver a algunos amigos es como volver a casa por Navidad, en verano es asfixiante por el calor, en invierno es asfixiante por la gente... pero a mí me gusta.

viernes, 10 de octubre de 2008

No es país para viejos

Hace unos días, el sábado pasado, me tocó acompañar a mi octogenaria tía de compras. No es la experiencia más agradable, pero tampoco es exactamente padecer los rigores del Infierno, de modo que de vez en cuando hay que atender a la familia (al fin y al cabo, casi todos ellos estaban aquí antes que yo, y se encargaron de mí en un momento u otro).

La primera tienda en la que entramos estaba llena de gente mayor. Los dependientes tenían en la mirada el reflejo de su jubilación asomando por el horizonte. Y las clientas tampoco es que acabaran de terminar de alcanzar la mayoría de edad (en todo caso, la han rebasado tres o cuatro veces. La tienda en sí proporciona ropa que ya es vieja cuando la reciben de fábrica. No tengo ni idea de ropa, pero era mirar esas chaquetas y faldas y saber perfectamente que estaban destinadas a señoras que se tiñen el pelo de azul o violeta.

La segunda tienda era idéntica salvo por la mercancía: en lugar de ropa vendían zapatos (sí, la próxima vez escribiré "zapatería" directamente). Ahí lo gracioso fue cuando la única dependienta se dirigió a mí para preguntarme si estaba atendido, a lo que respondí que no hacía falta, iba de "carga-bolsas": pude ver cómo en su cara se conformaba la expresión "o-sea-me-toca-atender-a-cualquiera-de-las-otras-señoronas-otra-vez". Yo no me lo estaba pasando bien, pero a ella le tocaba vivir eso prácticamente todos los días, frente a las dos horas cada tres meses que es mi cometido.

Reconozco que la mañana me agotó mentalmente. Para seguir el ritmo de mi tía y su mundo tuve que ralentizar el mío, dilatándose el tiempo en mi entorno local. Además de aburrirme un montón, los percibí como dos montones. "Al menos esto es sólo de vez en cuando, y por una buena razón", me decía.

Pero esta mañana me ha tocado ir al médico (hacía tiempo que no os hablaba de estas cosas). He tenido que esperar a que me atendieran unos tres cuartos de hora. Luego, me han mandado a pedir cita para pruebas a dos sitios distintos, de modo que, entre hacer colas y tramitar los papeles, otras dos horas y media laaaaaaaargas. Y, encima, entre lo que queda de mes y principios del próximo tengo que volver unas nueve o diez veces más (de todo un poco: espalda, estómago, análisis, dermatología...).

No soy viejo, pero empiezo a estar convencido de que estoy en el camino (como todos), sólo que saco una terrible delantera a aquellos de mi misma edad. Supongo que así, cuando finalmente acabe en un geriátrico, con mi experiencia seré de "los primeros de la clase".

En cualquier caso, me parece que Fungi tiene a día de hoy todas las papeletas para convertirse en mi "sobrina de carga" las próximas veces que me toque a mí ir de compras (Fungi, avisada quedas).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Another one bites the dust

Tal y como avisamos, Jules ya no es un hombre soltero: el sábado pasado cambió de estado civil, curiosamente al mismo tiempo que su antigua novia y actual esposa.

Testigos de excepción fuimos ElastiGirl, Mister Increíble y el que esto escribe.

A estas horas, la feliz pareja debe de estar ya por Argentina.

No creo que haya relación entre los dos hechos anteriores.