martes, 16 de diciembre de 2008

Pasaje a la India

Bueno, pues tras un par de semanas de incertidumbre, por los atentados de Bombai, por la tardanza en recibir los visados, por la cantidad de trabajo acumulada y por tener las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina... nos han mandado a Chennai. Vamos, que aquí estoy finalmente, en la habitación del hotel, poniendo al día (hace mucho de la última entrada) el blog.

A modo de resumen, y para no romper la tónica de los últimos meses, debería decir que los médicos no me han encontrado ninguna dolencia nueva, ni tampoco ninguna mejoría en especial, así que me mantengo estable en cuanto a salud se refiere, si ignoramos que el primer fin de semana de diciembre descubrí que el perro de Fungi me provoca una alergia de campeonato (hacía tiempo que el asma no ponía a prueba mis pulmones de ese modo).

Por el camino ha cumplido años el Profesor X, ElHombreDelPlan (su hermano) los cumplirá en breve, y por suerte he podido estar en su fiesta conjunta. El sábado tarta, el domingo avión.

De momento no llevo ni veinticuatro horas aquí, pero desde el primer momento ha sido palpable que esto es diferente. Supongo que lo que más me ha llamado la atención hasta ahora es que las cosas tienen un aspecto similar a lo que se puede ver en televisión sobre la India. Sí está lleno de gente, vestidos como estamos acostumbrados a verlos en los documentales, y el país parece como si ya fuera viejo cuando lo construyeron: los monumentos antiguos lo son, pero las infraestructuras más modernas no lo son tanto. Por ejemplo, el edificio de Altrucel en el que trabajaremos esta semana está rodeado por chabolas, y las calles apenas están pavimentadas. Oh, y sí, ya he visto varias vacas por las calles...

Lo mejor por el momento ha sido esta mañana, cuando nuestros compañeros del equipo local nos han llevado a mi colega "apañol" y a mí a comer en un restaurante vegetariano. Nos han llevado en un par de motos, esquivando la infinidad de vehículos y olores restantes. Toda una experiencia: aquí los cláxones suenan más que los Cuarenta Principales, son una especie de señal de que estás vivo, no una advertencia.

Lo malo es que están en invierno, lo cual significa que la temperatura es de unos veinticinco grados de media (no está mal), con mucha humedad en el aire (no está tan bien)... y que oscurece a las seis de la tarde, justo cuando salimos de la oficina, con lo que las posibilidades reales de ver algo de la ciudad de día son pocas impactando directamente con ninguna.

La próxima vez será...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pánico en el túnel

Espero que ésta sea la última entrada dedicada a narrar mis andanzas médicas, porque ya me aburre hasta a mí. Y no es que no me sucedan otras cosas, ni que no se me ocurran otras ideas, pero los exámenes de mis dolencias ensombrecen todo lo demás: sin ir más lejos, de momento he tenido que pasar por un hospital u otro los tres días de semana que llevamos por el momento.

El caso es que hace dos semanas, como ya conté en la entrada anterior, me dijeron que me esperaban más pruebas, consistentes en la introducción de cámaras por dos de los tres orificios "practicables" de mi cuerpo (no cuentan las orejas ni la nariz). Es decir, me iban a meter un tubo por la garganta, y otro por ahí (ese órgano que a los hombres nos permite realizar determinada actividad de pie).

Hace unos diez días tuvo lugar la endoscopia: tubazo por la garganta, y hasta el infinito y más allá. Se entiende que te obliguen a ir en ayunas, porque si todo el aire que eché (muy sonoramente) por la boca no fuera aire, las profesionales que realizan estas pruebas tendrían que ir ataviadas con trajes de neopreno y fregonas, como mínimo. El resultado: todo bien, salvo que soy "cardialmente incompetente" (otra categoría más en la que no me cualifico, qué le vamos a hacer).

La semana pasada tuvo lugar la otra "intromisión". Cinco minutos de molestia sólo para decirme que estoy bien, que no tengo nada malo ahí... y ni mucho menos soy incompetente en ese aspecto. Lo curioso del asunto es que cuando vi el diámetro de lo que iba a entrar me preocupé un poco; pero cuando eso entró donde tenía que hacerlo, y apenas me molestó, pensé en el diámetro de donde había entrado (y mis conclusiones, que no voy a compartir aquí, fueron muy halagadoras para mi vanidoso ego).

Hace dos días, urografía: radiografías con una inyección de contraste. Vamos, como si fuera "el increíble Hulk", pero sin rayos de color verde. De momento no hay transformaciones ni nada, pero no pierdo la esperanza de adquirir molones poderes mutantes.

Ah, y por el camino todas las vacunas que necesito para irme a La India (confirmado: en un par de semanas, si no hay cambio de planes, vuelo hacia Chennai), con la particularidad de que ninguna de ellas me ha provocado reacción.

En resumen: este año lo he empezado como "el niño burbuja", pero lo estoy terminando como Bruce Willis en "El protegido" (pero con pelo, eso sí).

jueves, 13 de noviembre de 2008

The Flying Circus

Esta entrada va a ser un poco larga, así que paciencia (a veces tengo la sensación de que esta advertencia la uso demasiado).

Hoy voy a explicar lo que es un "efecto Rocketeer" para quien esto escribe (os lo mencioné antes aquí). Sí, tiene que ver con el cómic, pero más con la película, y aún más con su banda sonora. El cómic es obra de Dave Stevens, la película fue dirigida por Joe Johnston y su banda sonora compuesta por James Horner. En resumen, y por si os da pereza documentaros (si no sabéis de qué trata esto), se narra la historia de un joven piloto que se topa con una mochila-cohete y vive diversas peripecias a finales de los años cuarenta.

En la banda sonora hay un corte, de título "The Flying Circus", que acompaña la primera acción del protagonista, cuando se ve obligado a calzarse el motor en la espalda y salir volando para rescatar a uno de sus amigos de una avioneta defectuosa. Como es su primera vez comete varios errores, pero nadie sale herido ni muerto, aunque no sin sobresaltos.

Pues bien, en esa pieza de música hay un momento que siempre me ha encantado. Dura apenas un par de segundos, pero el "subidón" es instantáneo. En la película, Rocketeer desactiva sus cohetes accidentalmente, y cae a toda velocidad hacia tierra, atravesando unas nubes en el proceso. De repente, entre el blanco se ven dos destellos, y el héroe vuelve a la carga. En la banda sonora eso está reflejado a la perfección, y cuando la escucho y llego a esa parte me lo puedo imaginar de nuevo perfectamente: oyes como está a punto de estamparse contra el suelo, camino de un desastre total, y de pronto no sólo se recupera sino que vuelve con más fuerza y energías.

Eso es un "efecto Rocketeer". Y el martes tuve uno de ellos. Perdí toda la mañana entre médicos, oyendo que necesitaban más pruebas (no van a ser agradables las de esta tanda), y esperando a que me dieran cita para tan entretenidos eventos. Cuando llegué por la tarde al trabajo estaba de un humor de perros, deseando que se acabara el día, la semana, el año, el siglo y la propia existencia. Aquí acababa de atravesar las nubes.

Destello. Los motores vuelven a funcionar. Elastigirl, mi jefa, me dice que me mandan de viaje por trabajo a otro continente una semana. Quizá me envíen como arma biológica, por si alguna de mis dolencias es contagiosa, se la pego y eliminamos competencia. Sobre esto seguiré informando a medida que reciba detalles, pero la cosa promete.

Y eso es un "efecto Rocketeer": pasas de estar a punto de estrellarte a remontar el vuelo en un suspiro. De tener un día nefasto a que inyecten vitaminas en tu ánimo.

Ah, en cuanto al viaje, sólo diré, de momento, que mi bolsa de Indiana Jones me va a venir que ni pintada.

martes, 4 de noviembre de 2008

Numb3rs

Según un anuncio que aparece estos días en televisión, ocho de cada diez dermatólogos recomiendan el uso de H&S. Teniendo en cuenta que H&S lleva kathon, y soy alérgico al mismo, debería confiar sólo en dos dermatólogos de cada diez. Uno de los dermatólogos de los que puedo fiarme es mi querida doctora House, que fue quien averiguó lo de mis alergias cutáneas. Lo cual significa que hay otro dermatólogo del cual puedo fiarme, pero no lo conozco.

Así que vaya desde aquí mi agradecimiento al dermatólogo desconocido.

El caso es que la semana pasada terminé por fin las últimas pruebas de alergia. Me han encontrado otra a un compuesto binario, cuyos elementos pueden ir juntos o separados, lo cual convierte mi higiene personal en una especie de sudoku químico: ahora ya no hay productos que no puedo usar sin más, sino que, encima tendré que empezar a comprobar si un champú A no reacciona con un gel B. Algo así como lo que ocurre con los venenos que usa El Joker (recordad, por ejemplo, el "Batman" de Tim Burton).

Aparte de eso, echaré de menos a la doctora y a sus chicas: la semana pasada, al ver las fotos de mis peores momentos, una de ellas llegó a comentar que era como para escribir sobre el caso. ¿Qué puedo decir? Es halagador servirles de inspiración.

viernes, 24 de octubre de 2008

I like New York in june

Sustituid New York por Madrid. Sustituid junio por todos los meses del año. Y eso es lo que hay.

Me gusta Madrid. Y me gustan sus habitantes.

Ayer comencé la búsqueda de una cinta de cuero para "tunear" mi bolsa de Indiana Jones (tarde o temprano colgaré por aquí una foto, seguramente más tarde que temprano). El caso es que comencé en una zapatería, en la cual me dijeron que sí, que se la pondrían gustosos, pero que la cinta la tenía que llevar yo. Pero me indicaron una mercería donde quizá me la pudieran vender.

Así que me acerqué a la mercería, y pregunté, pero tampoco tuve éxito. Lo que ocurrió, en cambio, es que una de las clientas me comentó que justo al lado había otra zapatería (distinta de la primera), y que lo intentara allí.

En la segunda zapatería me ocurrió prácticamente lo mismo: no, no podían hacer eso, porque cintas de cuero no tenían, pero otro de los clientes me propuso una alternativa (que dejé para otra ocasión, porque a esas horas, casi las ocho de la tarde, no me iba a dar tiempo de llegar).

El caso es que, de camino a mi casa, me topé callejeando con otra mercería, así que me dije "¿por qué no intentarlo?", con similar resultado a ocasiones anteriores. Pero esta vez me enviaron a un comercio de telas, en la cual me dieron la dirección de una tienda de curtidos, donde casi seguro tendrán lo que busco.

Un lector impaciente concluirá que los madrileños son gente incapaz de resolver problemas, y que lo que mejor hacen es "despachar marrones". Y uno optimista como el que esto escribe pensará que lo que hicieron todos ellos fue ofrecer alternativas a un problema, y la mitad de ellos sin que yo tuviera que preguntarles. Simple y amablemente me dieron su ayuda, por el mero hecho de tener una respuesta al lado de alguien que tenía una pregunta.

Y sí, es sucia, ruidosa, las obras nunca cesan, ir a ver a algunos amigos es como volver a casa por Navidad, en verano es asfixiante por el calor, en invierno es asfixiante por la gente... pero a mí me gusta.

viernes, 10 de octubre de 2008

No es país para viejos

Hace unos días, el sábado pasado, me tocó acompañar a mi octogenaria tía de compras. No es la experiencia más agradable, pero tampoco es exactamente padecer los rigores del Infierno, de modo que de vez en cuando hay que atender a la familia (al fin y al cabo, casi todos ellos estaban aquí antes que yo, y se encargaron de mí en un momento u otro).

La primera tienda en la que entramos estaba llena de gente mayor. Los dependientes tenían en la mirada el reflejo de su jubilación asomando por el horizonte. Y las clientas tampoco es que acabaran de terminar de alcanzar la mayoría de edad (en todo caso, la han rebasado tres o cuatro veces. La tienda en sí proporciona ropa que ya es vieja cuando la reciben de fábrica. No tengo ni idea de ropa, pero era mirar esas chaquetas y faldas y saber perfectamente que estaban destinadas a señoras que se tiñen el pelo de azul o violeta.

La segunda tienda era idéntica salvo por la mercancía: en lugar de ropa vendían zapatos (sí, la próxima vez escribiré "zapatería" directamente). Ahí lo gracioso fue cuando la única dependienta se dirigió a mí para preguntarme si estaba atendido, a lo que respondí que no hacía falta, iba de "carga-bolsas": pude ver cómo en su cara se conformaba la expresión "o-sea-me-toca-atender-a-cualquiera-de-las-otras-señoronas-otra-vez". Yo no me lo estaba pasando bien, pero a ella le tocaba vivir eso prácticamente todos los días, frente a las dos horas cada tres meses que es mi cometido.

Reconozco que la mañana me agotó mentalmente. Para seguir el ritmo de mi tía y su mundo tuve que ralentizar el mío, dilatándose el tiempo en mi entorno local. Además de aburrirme un montón, los percibí como dos montones. "Al menos esto es sólo de vez en cuando, y por una buena razón", me decía.

Pero esta mañana me ha tocado ir al médico (hacía tiempo que no os hablaba de estas cosas). He tenido que esperar a que me atendieran unos tres cuartos de hora. Luego, me han mandado a pedir cita para pruebas a dos sitios distintos, de modo que, entre hacer colas y tramitar los papeles, otras dos horas y media laaaaaaaargas. Y, encima, entre lo que queda de mes y principios del próximo tengo que volver unas nueve o diez veces más (de todo un poco: espalda, estómago, análisis, dermatología...).

No soy viejo, pero empiezo a estar convencido de que estoy en el camino (como todos), sólo que saco una terrible delantera a aquellos de mi misma edad. Supongo que así, cuando finalmente acabe en un geriátrico, con mi experiencia seré de "los primeros de la clase".

En cualquier caso, me parece que Fungi tiene a día de hoy todas las papeletas para convertirse en mi "sobrina de carga" las próximas veces que me toque a mí ir de compras (Fungi, avisada quedas).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Another one bites the dust

Tal y como avisamos, Jules ya no es un hombre soltero: el sábado pasado cambió de estado civil, curiosamente al mismo tiempo que su antigua novia y actual esposa.

Testigos de excepción fuimos ElastiGirl, Mister Increíble y el que esto escribe.

A estas horas, la feliz pareja debe de estar ya por Argentina.

No creo que haya relación entre los dos hechos anteriores.

martes, 23 de septiembre de 2008

It's a kind of magic

No hace ni diez días que se ha casado mi hermana, y me toca hablar de nuevo de otra boda. Aunque, para ser sinceros, aún le quedan un par de días al principal afectado.

Jules se casa el día 27 de este mes, y allí estaremos, como cronista (poco) y comensal (lo que se pueda). De momento hemos hecho los deberes, y llegarán al altar (novio y novia) con sus despedidas de solteros bien cumplidas.

El viernes pasado acudimos los amigos del novio a tomar unas cervezas... y vestirlo de colegial; o, al menos, una versión retorcida de lo que sería un colegial: pantalones cortos, tirantes (of course), gafas de empollón de plástico (las gafas, no el empollón), colorete, pecas... el equipo completo.

Mientras, las amigas de la novia, más moderadas, se reunieron con ella para tomar sangría... y vestirla de colegiala. En la descripción anterior sustituid pantalones por falda, gafas por coletas, eliminad los tirantes, y os podréis hacer una idea de cómo quedó ella.

Nosotros no tuvimos que imaginar nada, porque en un momento dado de la noche nos reunimos, juntando ambas despedidas (¿para qué separarse pudiendo pasarlo bien todos juntos?), y tras la cena (menú infantil para ellos) acudimos a un espectáculo de magia en la sala Houdini.

Impresionante.

En este siglo XXI en el que estamos, en que "creerá que un hombre puede volar", aún han sido capaces de sorprendernos. Sí, palomas que salen de la nada para convertirse luego en conejos; escapismo de salón; naipes que van y vienen... Dos horas que se nos pasaron volando. Merece la pena, efectos digitales en su estado puro, pues son los propios dedos los que se encargan de ellos. Además, que a Jules le dijeron lo de "duérmete", y casi se va al suelo... No llegaron a hipnotizarlo (ni a los otros dos con los que el mago lo intentó), pero sí que les vimos cerrar los ojos y balancearse hacia adelante, sin poder evitarlo.

El resto de la noche también bien: yo llegué a las siete y media de la mañana a casa, y aún estoy recuperando sueño del fin de semana.

Y, por supuesto, me ronda por la cabeza la idea de apuntarme a los cursos que uno de los magos imparte los miércoles. Sobre todo por lo de dormir a la gente. Es algo que consigo de forma natural, pero no con tanto estilazo.

(Por cierto, sí, hay fotos de los novios en tales vestimentas: jamás serán presidentes, ni de su comunidad de vecinos).

lunes, 15 de septiembre de 2008

Love is in the air

Si la entrada anterior fue breve, ésta os va a encantar.

El fin de semana he estado perdido en combate, porque Hermana Deincógnito y su novio (Cuñado de Deincógnito, claro, no podía ser de otro modo) se han casado.

OS DESEO MUCHA FELICIDAD, PAREJA.

jueves, 11 de septiembre de 2008

What's in a name?

Hoy voy a escribir algo que me ha contado ElHombreDelPlan, y que es algo que me ha hecho bastante ilusión, la verdad.

Hace unos meses le acompañé a él y a su familia a Ciudad Rodrigo (quien quiera puede repasar algo de lo sucedido aquí). Durante aquellos días conocí a sus tíos, a sus primos, y a la hija pequeña de estos últimos, una niña muy inteligente, imaginativa y divertida, con la que estuve jugando parte de una tarde.

Pues bien, esta niña acaba de tener un hermano, y le han dejado a ella que decidiera cómo iba a llamarse. Y les ha propuesto mi nombre, precisamente por mí. ¿Os he dicho ya lo inteligente, imaginativa, divertida y majísima que es esta pequeñuela? Y eso que no la he sobornado ni nada parecido, ni la he vuelto a ver desde entonces.

Supongo que algo debo de estar haciendo bien…

martes, 9 de septiembre de 2008

Solo en casa

Esta entrada será breve, es sólo para desearle a Fungi mucha suerte (y toda de la buena) en su nueva vida, y para que vea que no le guardo rencor por abandonarme de este modo ahora que he vuelto de vacaciones.

Pues sí, Fungi se ha ido a su flamante nuevo piso, así que el que esto escribe vuelve a quedarse solo, solito, solo. ¿Ves, Fungi? "Nadie me quiere, nadie se preocupa por mí".

Pero tenemos que seguir trabajando en nuestros proyectos conjuntos, como ese lenguaje de batalla particular (último término añadido: "aura de inocuidad").

martes, 2 de septiembre de 2008

¿Conoces a Ted?

Esta entrada es, en realidad, una corrección sobre otra escrita hace un par de meses (me refiero a ésta, así que si pulsas sobre este enlace sabrás a cuál me refiero exactamente).

En aquella ocasión no fui totalmente sincero. Lo cual no es más que otro modo de decir que omití la verdad, o al menos parte de ella. Fungi y yo no nos perdimos.

Llegó ese momento de la noche en que ElHombreDelPlan y MoroccoGirl (a quien no le gusta su nombre de guerra; se aceptan sugerencias) avanzaban unos cinco metros por delante de Fungi y yo. Llegó ese momento de la noche en que los tres tequilas y un número no bien recordado de cervezas se combinaron con la idea de aplicar el juego “¿Conoces a Ted?” en la vida real. Y, si alguien no conoce las reglas de este entretenimiento, que tenga paciencia y siga leyendo.

Existe una serie de televisión titulada “Cómo conocí a vuestra madre” (también mencionada en aquella entrada, por si no has usado el enlace de más arriba). En ella aparecen dos personajes llamados Ted y Barney. Ted no tiene novia, al menos en el momento en que comienza la serie, y Barney se entretiene introduciendo el caos en su vida (por supuesto, son grandes amigos). Y uno de los modos que tiene Barney de añadir emoción en la existencia de su mejor amigo es jugar a “¿Conoces a Ted?”. El procedimiento es como sigue: Barney se aproxima a una chica distraída (invariablemente una atractiva desconocida), golpea ligeramente su hombro y le lanza la ya clásica pregunta “¿Conoces a Ted?”, a la cual generalmente responde con una negativa, momento en el que Barney hace las presentaciones, deja a su amigo con la joven en cuestión y desaparece.

Muy bien, volvamos a la noche de los hechos. Y, ahora, retrocedamos una noche más, para situarnos en casa de CyD, donde nos reunimos ellos, ElHombreDelPlan, MyJ y vuestro seguro servidor. Nos dedicamos a comer, beber y ver los primeros episodios de tal serie. CyD insistían en que yo les recordaba mucho (muchomuchomucho) a Barney, a lo cual yo añadí que si eso fuera cierto ElHombreDelPlan sería Ted. Al margen de parecidos, pensé que jugar a “¿Conoces a Ted?” con ElHombreDelPlan podría estar bien. Así que, tras poneros en situación, regresemos de nuevo a la noche de la que os estaba hablando al comienzo de este párrafo.

ElHombreDelPlan y MoroccoGirl avanzaban despreocupadamente, mientras Fungi y yo les seguíamos. Recordé a Barney. Recordé el juego. La ocasión parecía la adecuada. Pero no me convencía dejar colgado a un amigo, así que se lo comenté antes a Fungi. “Es una faena, la verdad”, me respondió ella; “pero tendría su gracia”, remató. De modo que ambos, Fungi y yo, desaparecimos alegremente, dejando a la parejita a su aire. Apagamos el móvil sólo para dar más verosimilitud a la historia (“mira que terminarse la batería justo en ese momento”), y hasta hoy ésa ha sido la historia oficial: nos perdimos.

A estas alturas de la película ya hemos explicado a los involucrados que fue todo fruto de improvisar sobre la marcha. Y, visto lo visto, deberíamos hacerlo más a menudo.

Lo cual me recuerda que debo añadir un mensaje para ElHombreDelPlan; si estás leyendo esto, nunca olvides lo que siempre dice tu padre:

“No te fíes ni de tu padre”.

martes, 26 de agosto de 2008

Alguien voló sobre el nido del cuco

Esto ocurrió la semana pasada, pero de pronto ha vuelto a la actualidad. Entonces no pude comentarlo, porque se me acumularon distintos asuntos (eufemismo para referirme a múltiples cervezas sobre barras de bares o mesas de terrazas veraniegas).

El lunes pasado estaba en mi oficina, trabajando (lo prometo), cuando recibí la llamada de mi vecina, una mujer mayor y algo rara (lo segundo no es consecuencia de lo primero), a la que llamaré Señora Klander. Lo primero que hizo fue preguntarme dónde estaba; teniendo en cuenta que eran las diez de la mañana le respondí que trabajando (lo prometo). Entonces me dijo que si estaba cerca de casa, a lo que contesté que no. Y ahí fue cuando por fin me explicó qué ocurría.

Al parecer el loro o canario o periquito (vamos, un bicho con alas) de los vecinos del primero, los Munster, se había escapado de su jaula, abriéndose paso hasta el patio interior, y de ahí hasta la ventana abierta de mi piso. La idea de Klander era que fuera a casa para coger al animal, cosa que no hice, pensando que, si estaba en mi casa, ya lo atraparía cuando volviera.

Y algo así fue lo que ocurrió: a las tres y media, cuando llegué a mi hogar, busqué al bicho volador por casa, sin éxito. Pero se oían un par de peculiares sonidos desde el patio interior. Bueno, un sonido y un ruido: el piar del animalito, y la inquietante imitación de ese piar perpetrada por el Señor Munster desde el primero. Cuando me asomé me explicó (comunicación vertical entre la primera y la tercera plantas) que ya habían logrado encerrar a la pareja del fugado (que también se había largado en su momento), pero que llevaban toda la mañana detrás del otro; y añadió que son animales acostumbrados a estar juntos, que se echan de menos.

“¡Qué tierno y qué bonito!”, pensé para mí, “y qué mala suerte para ti, pajarraco”. A la vista de los datos, propuse desde mi posición privilegiada que dejaran a su pareja a la vista, para usarla como cebo. Y funcionó: cinco minutos más tarde, el pájaro estaba en la jaula. Al poco, el Señor Munster se presentó en la puerta de mi casa para agradecerme la ayuda, porque habían estado toda la mañana intentando atraparlo sin éxito.

Y hoy, hace un rato, he vuelto a oír un familiar pío-pío en las proximidades de mi ventana: deberían fichar a ese bicho para “Prison Break”.

Ahora, analicemos las cosas que dan miedo de esta historia:

1.- La Señora Klander tiene mi número de móvil (no me preocupa demasiado) y lo usa para extrañas emergencias (¿un pájaro fugado? Sí, necesito estar informado de ello).

2.- Me llamaron a las diez y cuando atraparon al pájaro, gracias a mí, fue a las cuatro. En seis horas fueron incapaces de capturar al alado fugitivo. Es algo que dice mucho a favor del animal, o muy poco a favor de los Munster.

3.- Mola ver que soy más listo que un pájaro, pero, entre nosotros, contaba con ello; lo que da miedo es ver que los Munster no lo son.

4.- Lo que da más miedo aún es que el Señor Munster tiene descendencia, y la genética, como el algodón, no engaña: su hijo apunta maneras. De hecho, hay ocasiones en que Fungi confunde las conversaciones a gritos entre los Munster con las peleas que se oyen desde la calle (mi barrio es, como poco, pintoresco).

5.- Vivo rodeado de anomalías. Y luego los frikis nos llevamos la fama...

domingo, 10 de agosto de 2008

3, 2, 1... Contacto

Esta semana ha tocado visitar de nuevo a House para las pruebas de contacto (os comenté algo sobre ello aquí). Por desgracia no involucraban a ninguna de sus atractivas colaboradoras, pero al menos ya sé a qué no debería acercarme.

El lunes me repartieron varios discos metálicos bastante pequeños sobre la espalda, cada uno de ellos con distintas muestras de varias sustancias, lo cubrieron todo con esparadrapo, y me mandaron a casa con un “y no te laves la espalda”. Añado que esta semana hemos tenido los días más calurosos del verano. No he sido la compañía más agradable, la verdad. La ventaja es que disponía de un método disuasorio ante posibles puñaladas por detrás.

El miércoles volví a que me retiraran todo, me pintarrajearon con rotulador para delimitar las zonas que habían reaccionado, y como necesitaban saber cómo desaparecían los eczemas con el tiempo, me mandaron a casa hasta el viernes con un “y no te laves la espalda”. Otra vez. Cuatro días haciendo lo imposible en la ducha para no mojarme por debajo de la nuca.

Y el viernes volví de nuevo. Pero, aprovechando tanta dermatología, le comenté a House si de paso me podían quitar una verruguita en mi axila derecha, de modo que la última mañana, a primera hora, se encargaron de ello. Al entrar en la sala de curas la chica me preguntó qué tal estaban mis piernas. Me llamó la atención, porque en esta consulta no les había dejado mi informe, pero entonces la reconocí: era la mujer que me atendió en urgencias hace cosa de mes y medio (la misma a la que House puso en evidencia la última vez que la vi; repasad el final de esta entrada, si no lo habéis hecho ya, porque era ella). Sí que las dejé impresionadas, sí...

Total, esta chica me electrodesecó (es como se llama lo que me hizo) la verruga, mientras olía a carne quemada, la mía, y no huelo muy bien, la verdad, nada que ver con el olor a churrasco de un buen restaurante. Es un alivio en caso de que en alguna ocasión sólo el canibalismo sea la única alternativa, puedo defenderme diciendo que no resulto apetecible una vez cocinado (o puedo decir que no me he lavado la espalda).

En cualquier caso, luego House, en su consulta, ya me aclaró los resultados: soy vulnerable al cromo y al kathon (chúpate esa, Superman, tú sólo tienes la kryptonita). Y por fin pude volver a lavarme la espalda, para alegría y regocijo de muchos (yo el primero). Aunque, después de tan interesante y limitadamente higiénica semana, tendré que volver dentro de un par de meses, porque aún quedan dudas respecto a mi reacción a otro tipo de productos (cosméticos). A ver si en esta ocasión futura no me despisto y le pido el teléfono a la chica de urgencias (que para entonces espero haber recuperado la tersura y tono de mi piel de una condenada vez).

Y a modo de resumen, decir que los dermatólogos son la elite de la serie B de la medicina. No son neurocirujanos, ni cardiólogos, ni nada tan guay, pero tienen sus propias cosas molonas. En estos casi dos meses me han parcheado, me han dado pastillas y cremas que en doce horas me cerraron las heridas, me han arreglado la piel, me han cortado lo que me sobraba con electricidad, me han dado una excusa para no ducharme...

Gratitud por siempre a los dermatólogos anónimos, que disminuyen el asco que nos da vernos los unos a los otros.

martes, 29 de julio de 2008

El cielo es azul, Ross

Hace unos días encontré el botón de autodestrucción de mi reproductor de DVDs. En realidad no se trata de un único botón, sino más bien de una secuencia de ellos, combinados en el orden preciso, y con la suficiente indiferencia por mi parte a las indicaciones que se mostraban en pantalla cada vez que oprimía alguna tecla (“¿Está seguro de que quiere cambiar la configuración?” Pues claro que estoy seguro; y aunque no lo estuviera: soy español, no leo instrucciones de uso).

Grave error: desde hace una semana, cada vez que encendemos el DVD vemos un precioso pantallazo azul que ríase de los de Microsoft. Relajante, intenso, sin letras blancas sobre el cristal dando pistas absurdas sobre qué clase de excepción ha saltado. Sólo el azul enmarcado por la caja del televisor. Fungi ha definido esta experiencia como “ver el mar”. “¿Se sigue viendo el mar?”, pregunta cada vez que llega a casa estos días. La tiraría por la ventana, pero no hay suficiente altura hasta el suelo y es posible que sobreviviera.

El caso es que hoy no me ha quedado más remedio que ver la televisión convencional, y mis ojos han dado con un episodio de “Mentes Criminales” (que no está mal del todo, o a mí por lo menos no me disgusta). Y entre las actrices de esta temporada aparece esta hermosa muchacha, Paget Brewster:

Su cara me suena, su cara me suena... Demonios, es sorprendentemente parecida a Sean Young, pienso:

Hacedme caso, hay algunas fotos en las que la semejanza es evidente.

Pero sigo pensando en que no las confundo, en que sé que he visto a Paget en algún otro lugar. Y bajando en su ficha de IMDB encuentro que interpretó a Kathy, una de las (pocas) chicas de Chandler en “Friends”.

Azul. Pantallazo azul. "Mentes Criminales". Paget Brewster. Kathy. Chandler. “Friends”. Joey. “El cielo es azul, Ross”. Azul.

Para mí, esto es una entrada redonda...

jueves, 24 de julio de 2008

Vive deprisa, muere joven...

Y deja un bonito cadáver.

Hay al menos tres cosas en esta frase atribuida a James Dean que no voy a poder hacer. Analicemos el texto:

“Vive deprisa”: hace dos días tendría que haber ido a una sesión de rehabilitación para que me explicaran cómo hacer ejercicios para tratar mis problemas de lumbares entre las vértebras L5 y S1 (es gracioso, nuestra columna se parece al catálogo de un concesionario de Citroën o Renault). Pero no pude porque estaba de trabajo hasta arriba; además, con la espalda como la tengo, tampoco es que pueda ir corriendo a ninguna parte. De modo que nada de vivir deprisa.

“Muere joven”: aquí tengo alguna esperanza, pero menos. Hace un mes escaso que he cumplido los treinta y cinco. Joven me siento, pero todo el mundo sabe que la edad es la que es. Ciertamente, en las noticias se empeñan en repetir casos de accidentes en que, y cito casi textualmente, “un joven de treinta y siete años ha muerto en una colisión con una hormigonera”, o algo por el estilo. Que lo siento por el pobre hombre, porque ha muerto y eso, pero a los treintañeros que le sobrevivimos nos da ánimos: si él con treinta y siete años es joven, los demás también. En cualquier caso, vamos a ser honestos: joven es antes de los treinta. Otra prueba no superada.

“Deja un bonito cadáver”: el lunes me hicieron de nuevo las pruebas de la alergia, y se confirma que hay dos o tres cosas que no me provocan reacción (las películas de animación de Dreamworks tampoco, porque sólo me aburren). Me afectan los perros y los gatos (lo cual está bien para cuando vayamos a un restaurante chino: si no notas cambios en mi piel, si no me hincho, es que posiblemente la ternera sí sea ternera), los caballos (que también es bueno, porque nunca había encontrado una excusa para no tener uno de mascota en el piso), las gramíneas, las arizónicas... Y estoy a la espera de que las dermatólogas (House y sus ángeles) me hagan las pruebas de contacto. El caso es que tengo montones de papeletas para que mi aspecto en el momento de mi muerte sea de todo menos “resultón”. Que nada de bonito cadáver, vamos.

Así que tendré que dedicarme a vivir tranquilamente, morir de viejito, y dejar un cadáver, si no bonito, sí interesante.

Irme sí, pero con estilo.

domingo, 20 de julio de 2008

"Micción": Imposible

El viernes pasado estuve en una curry-night promovida por Marijelo y su grupo de amistades (Marijelo, tiembla, poco a poco te las iré arrebatando). La cosa fue como habitualmente, avisé de que llegaría tarde, y luego llegué aún más tarde de lo que pensaba. Confío demasiado en mi sentido de la orientación, que en ciudad no es completamente malo, pero si no lo acompañas de un mapa de situación antes de salir de casa, dependes mucho de la fortuna inicial con la que des los primeros pasos. Digamos que salir de la estación de metro (correcta) sin saber por qué calle comenzar a andar no es el mejor de los principios para llegar a tiempo a una cita.

Pero no era esto de lo que quería escribir. La cena fue bien, tanto los platos como la atención estuvieron a un buen nivel (si bien sigo quedándome en las opciones no picantes de la carta); aunque tampoco quería escribir sobre esto. Después, para no volvernos tan pronto (la una aproximadamente) a casa dimos un pequeño paseo, hasta honrar con nuestra presencia una de las terrazas nocturnas, tan apetecibles en estas veraniegas y cálidas noches. Pero tampoco quería escribir sobre esto.

En la caminata entre el restaurante y la terraza hicimos un alto para que unas de los nuestros sacaran dinero de un cajero. Mientras esperábamos, pudimos ver uno de los especímenes de la fauna nocturna que he dado en llamar, a partir de ahora, "donantes de orina" (o "graffiteros del ácido úrico"). Entre dos motocicletas, un tipo se dedicó a satisfacer una de sus necesidades más básicas, aligerándose de peso en forma de líquido amarillento. Para mí éste es un ejemplo claro en que invocar la defensa Chewbacca. ¿Por qué? Porque no tiene sentido.

España es un país que se jacta de tener un número altísimo de bares por número de habitantes. Este número mejora si te mueves por una zona dedicada a salir, con locales para el consumo de copas entre portal y portal. En casi todos ellos hay un par de puertas que llevan a lugares específicamente diseñados para la evacuación de los residuos orgánicos (sólidos, líquidos, gaseosos, y mezcla de algunos de ellos en los peores casos). En casi todos ellos esas dos puertas están perfectamente señalizadas, con lo cual el cometido de las habitaciones que se encuentran tras ellas es claramente discernible (aunque se podría discutir la capacidad de interpretar estos símbolos en función de la ingesta de alcohol: es posible que, en estado sobrio, sepas elegir entre cruzar la puerta con tornillo o con tuerca; pero, si ya vas "algo cargado", ver un círculo con una flecha hacia arriba y otro con una pequeña cruz hacia abajo puede llevar a error a determinados sujetos).

En definitiva, y dicho llanamente: en España no es difícil mear en privado. Ese individuo podría haberse metido en cualquier bar, o esperar al siguiente lugar en que entraran para la próxima copa, y marcar allí su territorio. En mi calle, por ejemplo, es especialmente molesto acercarte a los contenedores de papel y vidrio, para echar los residuos correspondientes, y toparte con el desagradable olor de gente que se ha deshecho de sus propios residuos.

El remate llegó la mañana siguiente a la curry-night, cuando salí de mi casa a eso de las diez y media para ir a coger un tren. En el camino entre el portal y la estación de metro me encontré con un par de tipos tirados en el suelo, durmiendo la mona. Por suerte para ellos, ningún donante de orina había silueteado sus cuerpos con su peculiar estilo (ni tampoco los había rociado, aún mejor).

Menos mal, aún no hemos perdido totalmente las formas.

domingo, 13 de julio de 2008

Leaving Las Vegas

Anoche decidimos salir a tomar unas cervezas. Nada de visitar locales de moda, nada de ir a bailar, nada de cenas sofisticadas... Beber. Cerveza. Mucha.

Al final conformamos un grupo interesante, entre Fungi, unos amigos suyos, Bast (hermana de M, de MyJ), y yo. El caso es que una de las tareas que nos impusimos fue bautizar esta clase de salida nocturna de un modo determinado, para no tener que perder el tiempo explicando cuál va a ser el plan la próxima vez que decidamos salir precisamente en este plan.

Y tenemos un ganador: "Barrel-Night" (en honor a SingStar).

Bueno, pues hoy es el día post-Barrel-Night, y se está notando. Por eso, esta entrada se queda aquí, porque la noche fue gloriosa, pero la jornada siguiente está dedicada al descanso del guerrero.

domingo, 6 de julio de 2008

Back to school

Bueno, han sido un par de semanas... interesantes (anímicamente ha habido de todo).

Estar muerto por dentro no es malo (la mayor parte del tiempo), pero ver que estás podrido por fuera sí, es más difícil de llevar. Proporciona entradas divertidas para el blog, si sabes enfocar el asunto de un modo simpático, pero no hace gracia tener una (o más de una) enfermedad absurda, y no saber qué es. Estar de baja te obliga a parar, a descansar para que tu cuerpo se recupere; y, mientras, tu cabeza va por libre, empieza a dar vueltas a las cosas, y basta un único pensamiento negativo para provocar una reacción en cadena que te lleva cuesta abajo.

Pero, por suerte, siempre acaba por producirse el "efecto Rocketeer" (nota mental: explicar más adelante a qué llamamos "efecto Rocketeer").

Hace unos días regresé al trabajo, no muy animado, pero con ganas de volver a ver a mis compañeros. El retorno se me hizo más agradable porque, al poco, me entregaron una postal de cumpleaños y un regalo... que tenían preparados desde la semana pasada: al parecer mi súbita fuga de las oficinas fastidió la entrega para el momento en que estaba prevista, y tuvo que esperar hasta entonces. Así que, además de alegrarme por el regreso, me animó aún más el recibimiento (aprovecho para dar las gracias a Jules, a ElastiGirl y a los demás, que aún no tienen nombres clave, pero los tendrán).

Por otra parte, desde este fin de semana tengo compañera de piso: Fungi se ha venido con sus cosas a pasar una temporada por aquí, hasta que se aclare con lo suyo. Va a estar bien poder gritarle a otro ser humano y no a la televisión, para variar (Fungi, si estás leyendo esto, tranquila, no te voy a gritar, es sólo para darle un poco de interés al blog). Además, hemos empezado a trabajar en un par de proyectos interesantes: por una parte, pretendemos aprender a cocinar de verdad (dejando atrás la "cocina de campaña", consistente sobre todo en pizzas y microondas); por otra parte, estamos creando nuestro propio "lenguaje de batalla Atreides" (nota mental para vosotros: leed "Dune" si no lo habéis hecho), dotando de nuevos y ocultos significados a palabras y expresiones comunes (que desde ahora dejarán de serlo).

También ha habido otro tipo de cambios, pero en esos todavía estoy trabajando, así que de momento no hay resultados, nada de lo que hablar; ya os contaré algo, si al final salen bien las cosas (y si no salen bien también lo escribiré, que reírse solo no es tan divertido).

lunes, 30 de junio de 2008

Leave an impression

Hoy me ha tocado ir de nuevo al dermatólogo, para que revisaran en qué estado me encuentro ahora, tras unos días de medicación. Recordemos que la semana pasada llegué a urgencias con las piernas en un estado similar a las de Robert Downey Jr. en "El detective cantante" (nota mental: ver "El detective cantante"). Ampliando un poco el resumen, en ese estado cutáneo fui observado y contemplado por cuatro mujeres (tres atractivas ángeles de Charlie y una doctora House), además de servir de modelo para un reportaje fotográfico. Y si con esto no sabes de qué hablo, lee la entrada original, que está al lado.

El caso es que esta mañana he llegado a la consulta, puntual y con mucho mejor aspecto que la semana pasada. Cuando me hacen entrar, en un pequeño despachito, veo que están House, sus tres ángeles... y otras cuatro o cinco mujeres más, manteniendo la proporción; es decir, una de mediana edad, y las demás también jóvenes y agradables. Un diez por ciento de hombres (yo) y un noventa por ciento de mujeres (el resto). Sin problema: me gustan los retos.

Y comienzan mis cinco minutos de gloria.

Para empezar, una de los ángeles me reconoce al instante: "ah, sí, es el chico que tenía tan heridas las piernas". Buena señal: en ese momento acababa de entrar, por tanto estaba vestido, por tanto mis piernas no eran visibles, por tanto tuvo que reconocerme por otra razón. Así que al final sí que me miraron a la cara (y obviaron el "momento tripita"). Sí, nena. Juego.

House me pide que le enseñe las piernas, y yo lo hago, pero no quitándome los pantalones, sino subiendo una de las perneras. Otra de los ángeles comenta que mucho mejor tienen que estar para poder mostrárselo de ese modo (traducción libérrima: "mucho mejor tienen que estar para no tener que quedarte otra vez en calzoncillos, lástimalástimalástima"). Sí, nena, sí. Juego y set.

De todos modos, como la inflamación no ha terminado de remitir, me dicen que nada, que me bajan las dosis de fármacos, pero que vuelva en un mes (yo enseguida "me hago de querer"), y mientras me cuenta que debo hablar con mi médico de cabecera me explica cómo tomar las pastillas a partir de ahora. Y, en ese instante, el tercer ángel, la chica que me atendió por primera vez en urgencias, antes de retirarme, le pregunta a House que si me cuenta cómo debo dosificar ahora la medicina. Entonces, House mira al ángel y le dice que acaba de explicármelo un par de veces; y lo hace con una mirada con la que quiere decirle "¿en qué estabas pensando mientras yo hablaba?". Y el ángel permanece muda, manteniendo perfectamente la compostura, incluso cuando House sonríe con un leve deje de picardía en la comisura de sus labios. Juego, set y partido.

De pronto le he cogido un gran cariño a mis botas gangrenadoras, causantes de todo esto...

sábado, 28 de junio de 2008

Informe de daños

Esta entrada se iba a titular “Tú sí que sabes divertirte”, a sugerencia de mi compañero de trabajo Jules. Luego, J (de MyJ) sugirió que podría titularse “What’s up, doc?”, que también. Pero, al final, el título definitivo creo que encaja más con lo que voy a contar. Por cierto, paciencia, porque va a ser laaaaaaaaaaaargo.

Desde hace unas semanas llevaba sufriendo en silencio unas molestas heridas en las piernas, desde la rodilla hasta la punta de los pies. Hace quince días empecé a sufrir las consecuencias de lo que (estoy casi seguro) es una reacción alérgica a algún elemento existente en Granada. Y el domingo pasado FAV y yo dimos “el gran salto”, con resultados que se pudieron comprobar justo en la entrada anterior.

De modo que, este lunes, mi aspecto era el siguiente: de rodillas hacia abajo, como si fuera Popeye, con una inflamación considerable, y heridas variadas donde la piel no podía retener más la hinchazón. El resto del cuerpo, cubierto por una erupción cutánea de aspecto rojizo. Y las palmas de las manos como os he contado antes.

Pero soy un tío. Soy un machote. Vamos, que soy tonto, así que me digo lo típico de “bueno, de esto nadie se muere”, y me dispongo a pasar un día en casa, dejando que mi factor curativo (como si fuera Lobezno, que para eso leo comics) me ponga en el camino de la recuperación.

Mala idea: a estas alturas debería saber que mi factor curativo tiene valores negativos. Yo no me sano con el tiempo, sino que la entropía y caos de mi cuerpo aumenta, y si algo más puede fallar o empeorar, lo hace. Así que al fin llamo al médico, y allá que voy.

Nada más verme se fija en la erupción generalizada que tiñe de rojizo mi habitualmente pálida (y por tanto interesante) piel, así que lo despacha rápidamente diciendo que, con algo tan claro, lo mejor es mandarme de urgencia al dermatólogo, para que así diagnostique de una vez qué me pasa (tiene anotado en mi historial que, el año pasado por estas fechas, también tras volver de otro viaje a Granada, acabé con un sarpullido similar).

Entonces yo le digo que vale, que genial, pero que el coche no es la sorpresa, y que me mire las piernas. Por su cara le habría hecho más ilusión que esto último se lo hubiera dicho Angelina Jolie, pero se tuvo que conformar conmigo. Y, al ver lo que tenía entre la rodilla y el zapato, casi me echa a patadas, diciendo que no pierda más el tiempo allí, que me vaya a urgencias sin falta, que me da la baja en ese mismo instante, y que a lo peor me tienen que ingresar y todo. “De esto nadie se muere”: menos mal que no escogí estudiar medicina.

Así que cojo un taxi y me voy a La Paz. Mientras espero en el hospital, leo el diagnóstico con que me ha enviado a urgencias: “Celulitis monstruosa en ambas piernas”. Celulitis; sí, vale, monstruosa (que mola), pero celulitis. En fin, intento no pensar en ello, y espero a que me atiendan.

Y quien me examina es una atractiva doctora, que me pide que, para ver mejor las piernas y las erupciones, me quite los pantalones (no que me los baje, que me los quite). De modo que me quedo con mi polo y mis calzoncillos a rayas blancas y azules expuesto a su vista. Pero no parece convencida de que el resto de mi cuerpo esté igual de mal, así que me pide que me quite también el polo. Así que ahí estoy yo, en rojo, blanco y azul, como si fuera un enfermo homenaje a la bandera de los EEUU, y pienso “podría ser peor, podría haber cogido hoy los calzoncillos de Batman”.

Como también quiere ingresarme, dice que me espere, que llamará a una adjunta del hospital para pedir su opinión, y que ya se verá. Así que salgo, espero de nuevo, y media hora más tarde me hacen volver a entrar. Y esta vez ya está la adjunta. Y otras dos mujeres más, no exentas tampoco de su cierto atractivo. Y, de pronto, sé que va a pasar.

Por supuesto, vuelvo a tener que quedarme casi desnudo ante las cuatro mujeres. Por supuesto, lo que una de ellas traía en la mano sí era una cámara de fotos, y me piden sacar algunas, porque mis heridas son así de molonas. Sin cara, por supuesto, todo un consuelo. De modo que me pongo en pie, y dejo que me inmortalicen digitalmente.

Y, queridos lectores, aquí llega el momento más patético de toda la historia: mientras me sacaban las fotos, metí tripa instintivamente. Repasemos la situación: estoy casi desnudo, vestido únicamente con unos calzoncillos que, si bien limpios y en buen estado, han perdido su fuerza original, y no contienen el contenido del modo en que lo hacían en tiempos pretéritos. Además de eso, mis piernas parecen (y perdón por evocar esta imagen) surtidores adornados con virutas de piel muerta o moribunda. Por otra parte, el resto del cuerpo está cubierto por manchas rojas que van ganando cada vez más terreno a mi palidez natural. Y a mí no se me ocurre otra cosa que meter tripa; porque, claro, lo que me va a hacer salir mal en las fotos es ese pequeño sobrepeso.

La buena noticia es que al final no hizo falta ingresarme, y en menos de doce horas de haber empezado con el tratamiento que me prescribieron empecé a mejorar. Sigo teniendo un aspecto un poco más lamentable que de costumbre, pero al menos va rebajándose la hinchazón, tengo las heridas felizmente cerradas, y la erupción casi bajo control.

Pero estoy de baja por celulitis monstruosa. Y creo que me van a quedar estrías.

domingo, 22 de junio de 2008

Aquí se viene a morir

Esta mañana he acompañado a FAV y a su hijo de dos años al Parque de las Naciones. Teníamos pendiente desde hace tiempo quedar para ponernos al corriente de nuestras vidas, pero su paternidad y mis compromisos lo habían ido retrasando.

El caso es que nos hemos subido, ya en el parque, a un trenecito que recorre el recinto, mientras una grabación narra qué es lo que se ve a ambos lados de los vagones. FAV comenta entonces que, a la altura del barco pirata (un complejo de juegos y columpios para los pequeños), saltamos en marcha; que no pasa nada, que ya lo ha hecho otras veces; y que, aunque no está permitido, tampoco nos van a decir nada.

Por supuesto, salió mal.

El hijo de FAV murmuró con su vocecita de niño que el tren iba lento, y nos confiamos. FAV saltó por su lado, y pareció que no tuvo problemas, de modo que yo hice lo propio por el mío. Grave error. Resultado: caí de bruces, con las manos por delante, me despellejé las palmas, y proporcioné un resultón roto a la pernera izquierda de mis pantalones. Entonces el tren se paró, y pude oír perfectamente las críticas del resto de pasajeros. Creo que nos habrían linchado por nuestro atrevimiento, de no ser porque el tren continuó la marcha, y ellos no tuvieron el valor (ni la insensatez) de saltar como nosotros.

Así que me acerqué a FAV, a ver cómo logró él caer sin daño, y encima llevando a su hijo en brazos. La buena noticia es que el niño estaba bien, camino del tobogán del barco pirata. La mala es que FAV también había caído mal, y su pantalón también había sufrido. Entonces me explicó que, en realidad, había saltado del tren en otras ocasiones... pero no de este tren, sino del que hay en el Parque de Atracciones, y que había supuesto que sería igual. Vaya, pues no.

Comentando la jugada, él me dijo que pensaba que yo diría algo, y no saltaríamos; claro que yo pensaba que él, padre como es, diría algo y no saltaríamos. Pero como nadie dijo nada, saltamos. Al principio bien, sin mayores problemas, aparte de la sangre en mis manos, claro. Luego, el típico "pues parece que me duele la muñeca". Entonces, el clásico "ya que lo mencionas, a mí el tobillo me empieza a molestar".

En resumen: FAV tiene un esguince, y yo otra entrada para este blog.

domingo, 15 de junio de 2008

Legendario

Hace un par de días quedamos en casa de CyD para ver algunos episodios de "Cómo conocí a vuestra madre". Los dos piensan que tengo ciertos puntos en común con uno de los personajes, Barney. Y sí, algunos de sus gestos y frases bien podrían ser de mi propia cosecha. Aunque lo que más me gustó fue su tendencia a tratar de lograr que todo en lo que participaran él o sus amigos fuera "legendario".

Pues bien, ayer noche salimos a cenar un grupo de gente. Como reto personal me había propuesto conseguir que fuera uno de esos eventos "legendarios" (estoy trabajando en una palabra propia, tranquilidad: la cosa está entre "glorioso" y "memorable"). Creo que no lo logré.

De ocho personas que quedamos para cenar, una se fue al salir del restaurante mexicano (en el cual no supieron explicar a qué sabe el helado de cactus). Al poco, en el primer local en que entramos, otra de las personas dijo que el tequila le había sentado mal, y también se fue: quedábamos seis. Y poco más tarde, otra pareja argumentó que quizá fuese la cena lo que les sentó mal, de modo que quedamos cuatro.

Luego, lo mejor (por decirlo de alguna forma) de todo: Fungi y yo nos perdimos. En una calle recta. Quedábamos cuatro, ElHombreDelPlan, MoroccoGirl, y nosotros dos. Y les perdimos de vista. Y (cómo no) el móvil sin batería. Recordé cómo hace unos meses fui incapaz de encontrar un local en mi propia ciudad natal. Recordé a Marcus Brody, que "se perdió en su propio museo". Me parezco más a Marcus que a Barney. No sé si llorar o llorar más.

Al final Fungi y yo nos tomamos unas cervezas por nuestra cuenta, y estuvimos poniéndonos al corriente de nuestros tristes (y no tan tristes) asuntos. Y no fue algo legendario, ni glorioso, ni memorable (Fungi, no es culpa tuya).

Supongo que la próxima vez tendré que "ponerme traje".

lunes, 9 de junio de 2008

Fulminad a esos cabrones

Hemos pasado un estupendo fin de semana en Granada. Hemos ido MyJ, CyD, ElHombreDelPlan y yo. Y debería hacer algunos comentarios sobre ello, sobre la Alhambra, el Generalife, el Albayzín... pero voy a hablar sobre otra cosa.

A eso de las doce del sábado, al poco de acabar nuestra visita a la Alhambra, Fungi me llamó por teléfono. Mientras los demás miraban en las tiendas de recuerdos algo que llevar a sus familiares, mi amiga me decía que tenía dudas (fundadas) sobre su chico. Y yo en Granada, sin poder hacer por ella más que escucharle. A las pocas horas volvimos a hablar: habían terminado.

Entonces, me acordé de ElHombreDelPlan, y cómo acabó su relación de más de diez años. Y de Tamagochi, que pasó por algo parecido. Y en las personas que les hicieron daño, sólo porque "son cosas que pasan".

Lo que le sucedió a ElHombreDelPlan es el ejemplo perfecto (y cuento con su permiso para explicarlo aquí). Hace apenas un par de meses que se ha divorciado. Una razón de peso es que su ex-mujer ya no sentía nada por él. Eso lo puedo entender. Otra es que, mientras ella llegaba a esa conclusión, estuvo engañando a mi amigo durante un par de años. Eso no lo puedo entender. No lo acepto. No acepto que haya gente buena que reciba daño de personas que son incapaces de manejarse a sí mismos como seres con voluntad propia. Quizá seamos animales de instintos, pero tenemos el raciocinio suficiente como para distinguir, la inmensa mayoría de las veces, lo que está bien y lo que está mal. Y, precisamente por eso, en todas esas ocasiones sabemos que estamos eligiendo bien o mal.

Existe una escala de grises, de acuerdo. Pero si existe el gris es porque existen el negro y el blanco. Y, sinceramente, estoy harto de la gente que se ampara en la amplitud cromática para exculpar sus actos. "¿Qué le voy a hacer si yo soy así?", te dirá. Pues que cambie. Que no "sea así". Yo no tengo la obligación de aguantar que "sea así". Yo no tengo que soportar que, como "es así", haga daño a la gente buena a la que quiero. No quiero tener tratos con ese tipo de persona. Ni siquiera la quiero en mi planeta (aunque sobre eso poco puedo hacer).

Estoy harto de ver gente mala (sin eufemismos: mala). Para ellos ni uno solo de mis esfuerzos. No les deseo ningún mal, pero no les dedicaré ni el más mínimo gesto. No se lo han ganado, ellos "son así". Todo mi tiempo y todas mis energías para las personas que se lo merecen: hay que hacer que ser bueno sí valga la pena.

Aunque, en ocasiones, lo reconozco, lo que de verdad me pide el cuerpo es "fulminar a esos cabrones"...

jueves, 5 de junio de 2008

Any last words?

Finalmente hemos visto la cuarta entrega de Indiana Jones. Y los años no han pasado sólo por él. Cuando alguien diga "no es tan buena como las anteriores", que recuerde que él o ella tampoco es el mismo. Simplemente, no somos la misma persona, no nos sorprenden ni nos conmueven las mismas cosas que cuando teníamos veinte años menos.

Aunque reconzco que, viéndola en el cine, en algunos momentos me lo pasé tan bien como cuando Indy se arrastró por primera vez bajo aquel camión nazi.

En cualquier caso, no quiero hacer una crítica sobre la película, ni siquiera convencer a nadie de si "mola o no mola" (es Indiana Jones, claro que mola, chico). En su lugar, voy a comentar un par de frases de la película.

La primera la menciona el Decano Stanforth (que viene a tomar el relevo de Marcus Brody, personaje que interpretaba Denholm Elliot). La que me hizo reparar en la frase fue Tamagochi, ya que a ella le pareció especialmente interesante. Y como no la recuerdo en español, la escribo en inglés:

"We seem to have reached the age where life stops giving us things and starts taking them away."

Demasiado melancólica para mi gusto. Sí, perdemos gente por el camino, pero la que de verdad cuenta sigue siempre ahí. Y seguirá siempre ahí. Me niego a pensar de otro modo, me he redescubierto hace poco como un optimista, y estoy convencido de que la vida aún tiene (y siempre tendrá) mucho que ofrecer. Hasta de la pérdida se aprende.

Y tras este momento "Paulo Coelho", la frase que me llamó a mí la atención (encima la pronuncia John Hurt, uno de mis actores favoritos):

"How much of human life is lost in waiting?"

Pues eso. Se acabó esperar. Nada de darle vueltas a las cosas veinte veces antes de hacer algo. Nos paramos, pensamos, decidimos, respiramos hondo para reflexionar si hemos tomado la decisión correcta... y actuamos.

De hecho, creo que esta frase va a ir directa al listado de axiomas pop de aplicación diaria. En una futura entrada, ésta y otras más.

lunes, 2 de junio de 2008

Morir, dormir: dormir, tal vez soñar

Llevo cerca de treinta y dos horas despierto. Antes era algo que me sucedía bastante a menudo, no poder dormir durante la noche y tener que enlazar directamente con la jornada siguiente. No se trata de mala conciencia, es sólo que no puedo evitar darles demasiadas vueltas a determinados asuntos... para no llegar a ninguna conclusión. ¿Qué puedo decir? Soy un teórico de la vida. Pero tiene efectos secundarios interesantes.

Por una parte, tu mente trabaja en modo de ahorro de energía; sí, el cuerpo está ahí, los ojos parpadean, y las conversaciones se abren paso hasta el cerebro, pero no parece que todo eso esté sirviendo para algo. Hasta que todas las piezas encajan, y tienes la solución al problema. Al final, tienes la sensación de que podrías haber pasado todo el día durmiendo, despertarte únicamente las tres o cuatro veces en que necesitaras solventar algo, y de nuevo a dejar reposar la máquina.

Pero la mejor consecuencia son las ideas. Las cosas raras que afloran al final de la vigilia. Las historias que pueden salir (que en otras ocasiones han salido) al dejar que sueño y realidad se entremezclen.

Espero recordarlas esta noche mientras duermo.

lunes, 26 de mayo de 2008

Deja ganar al wookie

Estábamos en el Punch and Judy, un pub en la zona de Covent Garden (sí, en Londres, aún tengo un par de cosas que contar de nuestro viaje), cuando decidimos que era el momento de acercarse de nuevo a la barra, y pedir algo más para beber.

Tamagochi se aproximó a la barra, flanqueada por Maverick y el atractivo joven lector de comics de hace algunas entradas (yo mismo). Al ver que tenían vino blanco, se animó a pedir una copa. El camarero entonces nos preguntó: “Larchosmol?”, y como no entendimos a la primera le soltamos un “esquiusmi”. Y otra vez lo mismo, que si “larchosmol?”, y nosotros igual, en modo “minoentendertuidioma”. Así que, a la tercera, el tipo nos habla como si fuéramos extranjeros (perspicaz nativo) y repite su frase: “LARCHOSMOL?”

Momento tenso: el camarero era como un hooligan tatuado pero sin cerveza en el cuerpo, bastante musculado, y con aspecto de no gustarle repetir dos veces las cosas. Yo iba a decirle a Tamagochi que pasara del vino blanco y le pidiera una copa de “larchosmol”, que seguramente sería igual de bueno, cuando al fin comprendimos al nativo: “Large or small?”

Vale que nosotros tuviéramos problemas de oído, y no estemos acostumbrados al inglés. La cosa es que el problema no es que nosotros no habláramos su idioma, es que era el camarero el que no hablaba su idioma. Y, encima, el vino no estaba a la altura de las expectativas.

Creo que lo anterior se resume con la lapidaria frase que ElHombreDelPlan soltó, rodeado por nativos en la terraza en que nos estábamos tomando nuestras bebidas: “El inglés como idioma es una mierda”. Rodeados de ingleses.

Si alguno de ellos llega a ser como la compañera de autobús de Maverick...

miércoles, 21 de mayo de 2008

24

En Londres nos hospedamos en un apartamento situado en Warwick Way, a cinco minutos de Victoria Station, que fue a todos los efectos nuestra base de operaciones. Y, desde allí, día sí día también el autobús de la línea 24 fue nuestro medio de transporte por excelencia. Por lo que a mí respecta, el 24 es a Londres lo que el Circular es a Madrid.

En uno de esos viajes Maverick vivió uno de los mejores momentos de nuestra expedición. Se sentó al lado de una chica que estaba bastante liada con bolsas y libros. Al poco ella se levantó, y se colocó un par de asientos más atrás. Maverick, intrigado, comenzó a especular acerca de los motivos que pudieron llevar a aquella joven a alejarse de su lado. “¿Oleré mal?”, se preguntó en voz alta, mientras se olfateaba en busca de pruebas...

Y, entonces, la chica que antes estaba a su lado se levantó, recogió sus cosas, se acercó a Maverick y le dedicó entristecida un “lo siento” en perfecto castellano, tras lo cual se bajó del autobús. Maverick aguantó el tipo con una impertérrita cara de póker. Los demás no: fuimos incapaces de contener la risa.

Conclusión: no sólo hay tesoros por todas partes, también hay un montón de hispano-parlantes. Ten cuidado, aprende de Maverick.

martes, 20 de mayo de 2008

Tócala otra vez, Sam

Dejando al margen que en "Casablanca" ni Rick ni Ilsa dicen la celebérrima frase, hay otro Sam (ignoro si tocaba el piano o no), Samuel Johnson, que dijo lo siguiente:

"When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford."

Supongo que tiene razón...

Por cierto, aprovecho para saludar a Sandy, que me ha regalado un puntito rojo desde Alemania.

viernes, 16 de mayo de 2008

Pequeñas diferencias

No intentamos pedir un cuarto de libra con queso en Londres, pero sí que vimos "pequeñas diferencias". La más llamativa de todas, al menos para mí, fueron las pintadas en las carreteras, orientadas a recordarte que allí los coches circulan en sentido inverso. Probablemente ellos digan que es toooooooodo el resto del mundo el que circula al revés, pero en este blog mando yo.

"Look left" y "Look right" escritos en el suelo para recordarte a dónde debes mirar antes de cruzar. Pues vale. Una concesión de cara a los visitantes, porque ni de lejos parece posible que acepten lo que el resto del mundo. No sé, ya puestos, me extraña que no usen relojes con manecillas que giren a la inversa, y que en vez de con números cuenten las horas con letras.

Lo bueno que tenemos los españoles es, parafraseando a Shaftoe (gracias por recordármelo, Ácido Cínico), que en seguida mostramos "un poco de jodida adaptabilidad": un par de horas después de llegar no mirábamos ni a izquierda ni a derecha, ni apretábamos los botones de los semáforos para detener el tráfico, ni ninguna de esas chorradas civilizadas... En cuanto veíamos a uno o más tipos con pinta de inglés cruzando, allá que íbamos: "Nativos cruzando". Si alguno de nosotros pronunciaba estas dos palabras, era nuestro momento.

Ya se sabe: "Allá donde fueres"...

jueves, 15 de mayo de 2008

Tú a Londres...

Estos días he tenido el blog un poco muerto porque nos hemos ido a Londres a pasar unos días. A pesar de que el comienzo del viaje no presagiaba lo mejor (más de cuatro horas de retraso para despegar desde Madrid), al final todo ha sido inmejorable: el tiempo que hemos tenido, el alojamiento, los lugares a visitar, y la compañía (sobre todo la compañía).

Así que allá nos fuimos el sábado día 10 de mayo los cuatro: Tamagochi, Maverick, ElHombreDelPlan y yo. De Madrid a Gatwick, y de Gatwick a Victoria Station: allí nos encontramos con Sandy, la hermana de Tamagochi, y terminamos de formar el equipo de reconocimiento al completo.

Pero, como seguir desgranando todo el viaje en una sola entrada es muy pesado y dejaría como resultado un texto larguísimo, añadiré unas pocas notas por aquí, y seguiré en futuras entregas (y así tengo el blog alimentado para varios días).

¿Anécdotas interesantes? Que descubrimos que Tamagochi funciona según la Primera Ley de Newton: si está en reposo o en movimiento, y nadie hace nada por cambiarlo, seguiría así "ad eternum"... Que ElHombreDelPlan tuvo a tiro a una californiana y no dejó pasar la oportunidad, aunque luego perdimos a la chica al bajarnos del Gatwick Express (ella se lo pierde)... Que Maverick "es bueno, tío", y apoyó perfectamente a ElHombreDelPlan en su intento... Que Sandy no sabía qué es el Chiki Chiki, y que por culpa nuestra su vida no volverá a ser la misma (lo sentimos, Sandy, pero "Espeinisdiferen").

viernes, 9 de mayo de 2008

¿Por qué no te vienes para acá, mamón?

SITUACIÓN A: Un atractivo joven entra en un vagón de metro y, al ser cabecera de línea, logra sentarse en uno de los asientos que están en los extremos. El joven va leyendo un cómic de "Kamandi", obra de Jack Kirby, con dibujos en blanco y negro. El vagón se va llenando de gente, pero el joven logra permanecer solo: nadie se sienta a su lado, con lo cual viaja tranquilamente y sin molestias a su estación de destino.

SITUACIÓN B: El mismo atractivo joven de antes se sube a un autobús y logra sentarse en condiciones similares a las anteriores, es decir, en el asiento de al lado no hay nadie. En esta ocasión, el libro elegido es una recopilación con todos los cuentos de Oscar Wilde (está releyendo "El gigante egoísta", concretamente). A los pocos segundos, una "mafaldiana" muchacha intenta sentarse al lado del atractivo joven, con tal maña que, al cambiar su mano entre una barra y otra, le propina un puñetazo en la cabeza a nuestro protagonista.

CONCLUSIÓN: Leer comics proporciona una vida más cómoda.

NOTA 1: Cuando he escrito "mafaldiana" me refería a su bolso, el cual mostraba una colección de tiras cómicas de Quino. Quizá si nuestro atractivo joven hubiera llevado a su vez otro cómic, la muchacha le habría reconocido como a un igual, y le hubiera tratado con más cariño...

NOTA 2: A pesar de que no se tratara de un atractivo joven, claro, porque desde el principio se trataba de mí.

NOTA 3: Aunque, para ser sinceros, atractivo no, pero sí que parezco más joven de lo que realmente soy, aunque no soy tampoco tan mayor.

NOTA 4: Que no es que lo diga yo, ni mi familia (que con aguantarme tienen bastante; quererme ya es un lujo), sino bastantes de mis amigas.

NOTA 5: En fin, resumiendo, que leer comics es mejor que hacer ejercicio, vamos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Entre copas

La semana pasada estuve de puente, y hasta ayer por la noche no regresé a casa. Creo que en una ocasión encendí el portátil, vi que no había cobertura inalámbrica, y lo apagué de nuevo. Curiosas las cosas que te inquietan en el Siglo XXI...

El caso es que ElHombreDelPlan, un buen amigo mío, se fue a hacer una visita a su familia en Miróbriga (Ciudad Rodrigo, pero me gusta más el otro nombre), y me invitó a acompañarle, con la inquietante y tentadora oferta de la gastronomía de la zona.

Lo curioso del asunto es que tenía muy claras cuáles son las viandas típicas de la tierra que tenía que probar:

- Huevos con farinato (engullidos).

- Patatas "meneás" (ingeridas, con guindilla y todo).

- Cochinillo y/o corderito, también conocido como corderititito (devorados).

- Perranillas y "repelaos" (zampados).

- Hornazo (es un "work in progress", pero acabaré con él esta semana).

Y todo esto "entre copas", porque el tío de mi amigo no dejó en ningún momento de servirme vino tras vino, a cual mejor. De hecho, la gente que he conocido, la familia de ElHombreDelPlan, ha sido lo mejor del viaje: tranquiliza ver que aún hay personas nobles y buenas en este planeta.

miércoles, 30 de abril de 2008

La defensa Chewbacca

¿Qué hace Chewbacca en Endor? ¿Qué hace un wookie en el planeta de los ewoks? No tiene sentido.

Esta tarde, tras la hora de comer, he ido a lavarme los dientes (hacerlo al revés no proporciona el resultado deseado). Buen ejercicio, lo recomiendo: los aseos que tenemos asignados a nuestra zona sólo olerían peor si los azulejos pudieran morir y entrar en descomposición. El caso es que mientras meditaba sobre los misterios de la vida con mi clon en el espejo, con el cepillo de arriba abajo, de izquierda a derecha, y en círculos, me he fijado en el individuo que estaba en el lavabo contiguo.

El tipo llevaba lo que parecía ser un traje elegante (a excepción de la chaqueta), con zapatos elegantes, y una corbata elegante recogida informalmente entre un par de botones de la elegante camisa. Comenzó a lavarse las manos, y a llevárselas al pelo, para colocarse su elegante peinado. Poco después, se inclinó de nuevo sobre el lavabo, mientras dejaba correr el agua, aprisionó (¿he mencionado que elegantemente?) su nariz con los dedos... y sopló con fuerza, con el consecuente efecto trompetil.

Ni que decir tiene que desde ese momento comenzó a respirar con mayor facilidad a través de sus fosas nasales.

Aquí hay algo que no entiendo. ¿Qué hace un proto-yuppie en nuestros aseos de morlocks? ¿Y cómo, en el nombre de Dior, se le ocurre sonarse de ese modo?

Repitan conmigo: no tiene sentido.

domingo, 27 de abril de 2008

¿Eres tú John Wayne o lo soy yo?

Esto me sucedió la semana pasada a mí... pero ocurre continuamente, y a todo el mundo.

El martes pasado decidí acercarme por Elcortinglés para comprarle a Hermana Deincógnito la serie de dibujos animados "Las aventuras de Sherlock Holmes" (ya sabeis, perros detectives, Moriarty, jajejijoju y todo lo demás). Así que, tras intentar dar con el pack en cuestión, me rindo y me dirijo a una simpática y pizpireta dependienta, con trenzas a ambos lados de su cabeza.

- Hola, estaba buscando la serie de dibujos animados de Sherlock Holmes.

- Ah, sí... Willy Fogg...

- No, Willy Fogg no, la de Sherlock Holmes, la de los perros.

- No, si digo que está al lado de la de Willy Fogg.

Es simpática, así que intento no pensar en que quizá lleve las trenzas demasiado tensas, y eso provoque algún tipo de extraño y pernicioso efecto secundario en sus procesos mentales. Nada demasiado grave, pienso, porque al fin comienza a teclear en su ordenador para comprobarlo (lo de su cerebro no, lo de Sherlock Holmes).

- Sí, aquí está: "Basil, el ratón superdetective".

- No, ratones no, son perros.

¿Tendrá mascota? ¿Será un perro, un ratón, o un perro-ratón? ¿Juega Dios a los dados, y esta chica con la genética?

La joven dependienta se rinde, y acude a su superior, una ex-bibliotecaria con más años que menos, reconvertida en vigilante de pasillos ("el drama y el terror son mis dominios, pequeño"). La trenzada muchacha le transmite mi duda a la veterana... que gira su cabeza hacia mí, baja ligeramente sus gafas, me observa, y me dice solemne:

- No tenemos, está agotada.

Traducción: "Ni lo sé ni me importa, no merece la pena que YO lo busque para TI".

Traducción de la traducción: "¿Eres tú John Wayne o lo soy yo?"

¿Qué podía hacer? Pues lo que cualquier otra persona: ir a otro centro de Elcortinglés distinto al día siguiente, donde pude elegir entre cuatro o cinco packs que estaban, curiosamente, junto a Willy Fogg.

Al que no vi fue a Basil: se lo habría merendado Rigodón.

Bienvenido a la fiesta, amigo

Ayer MyJ celebraron sus respectivos cumpleaños, simultáneamente. Nos viene muy bien que estén casados entre sí, porque de este modo sólo hace falta pensar en un regalo para ambos: un sistema de 5.1 para su sala de estar. Habrá que ir decidiendo con qué peli lo inauguramos.

De todos modos, me gustaría aprovechar este espacio para hacer un poco de denuncia social: MyJ siguen sin sofá en su sala. Y no será porque no les insistimos en ello (en realidad sólo insisto yo, el resto de amigos creen que si ellos también les marearan con este asunto sería excesivo).

Al margen de esto, el cumpleaños muy bien: buenos amigos, abundante y sabrosa comida, excelente selección musical (de nada, de nada, ha sido un placer), y viajecito a Granada apuntado en nuestras agendas.

El año que viene, más...

jueves, 24 de abril de 2008

Colega, ¿dónde está mi coche?

Esta tarde me he tomado la molestia de echarle un vistazo a mi nuevo pasaporte, y me han llamado la atención varias cosas...

Para empezar, parece un "book" de animalitos, como si se fueran a presentar a unas pruebas para los programas de bichos de La 2, como los llama mi amiga Fungi. Y hay de todo: desde los que adoptan la postura de "que parezca natural", pastando tan ricamente, hasta los que posan para el pintor sin cortarse un pelo: esos pingüinos, mirando a los lados, mientras el del medio señala altivo la dirección correcta.

Por otra parte, en cada página aparece también un dibujo de lo que supongo son las rutas de migración de cada animalito. Curioso: la mitad de ellos parece que viajan en círculos, y son círculos muy grandes. En el caso de los pingüinos de antes, no hacen más que rodear la Antártida. Eso explica muchas cosas: el que señala no tiene ni idea, y los otros están intentando orientarse o buscando a alguien a quien preguntar.

A lo mejor lo que les pasa es que salieron de copas la noche anterior, no recuerdan dónde dejaron aparcada la lancha, y ahora están dando vueltas hasta encontrarla...

miércoles, 23 de abril de 2008

Bienvenidos a Hill Valley

Esta noche he llegado tarde a casa, con el tiempo justo de prepararme una ensalada y lanzarme al sofá a la espera de "Muchachada Nui". Hasta ese momento, "botoneo" con el mando a distancia, saltando de canal a canal, en intervalos muy breves... aunque no lo bastante cortos como para que mi ojo avizor (el derecho, el izquierdo es el de reserva) no se fije en una imagen que me suena mucho, mucho, mucho.

En Cuatro están pasando "Entre Fantasmas", y la protagonista camina con otro tipo por una plaza que conozco de haberla visto muchas veces, en distintas épocas de su existencia; concretamente, en 1955, 1985 y 2015. De hecho, apuro los minutos por si veo aparecer un De Lorean que viaja en el tiempo. Al parecer los espíritus tienen una parada obligatoria en Hill Valley.

Al final lo dejo, porque empieza el programa que quiero ver: y en los títulos de crédito, como siempre, aparece el rótulo "Hill Valley Productions Presenta". Dos de dos: ya tengo algo que mencionar esta noche por aquí.

Así que me he venido al ordenador, he entrado en la wikipedia y he buscado en qué otros lugares aparece Hill Valley. Y son muchos; echadle un vistazo.

martes, 22 de abril de 2008

Teléfono... Mi casa...

Hace unos días un amigo me preguntó si alguna vez me había tomado la molestia de escuchar los mensajes que me había dejado en el contestador automático. La respuesta fue que no, porque ni sabía que tenía activado el servicio. Así que, antes o después, tenía que tocar, y esta tarde me dediqué a limpiar de mensajes el buzón cuya existencia yo ignoraba.

El primero de los mensajes se remontaba a enero de 2006; y había de todo un poco:

- Una comercial de Marina D'Or me expuso con una monótona voz que, como no estaba en casa, no podría explicarme la gran oportunidad que tenía de comprar un piso... y luego me la explicaba. Las locuciones pregrabadas del metro son más animadas. Si no lo hubiera borrado por accidente, habría usado ese mensaje para combatir mi insomnio.

- Durante 2006 llegaron unos treinta avisos de la gestora de mi comunidad de vecinos, para decirme que me tocaba ser vice-presidente: si hubieran llamado a mi móvil habrían tenido más éxito.

- A mediados de 2006 Mamá Deincógnito me llamó para felicitarme el cumpleaños (y luego me llamó otra vez, y me felicitó "in person"). Aprovecho para saludar a mi madre, que no me estará leyendo.

- El "ranking" de 2007 está sin duda encabezado por Telefónica Móviles, que en no menos de quince ocasiones me urgieron a que me pusiera en contacto con ellos, aunque no explicaban para qué. Lo mejor es que preguntaban por Pamela No-sé-quién, así que lo llevaban claro.

- Una anciana me contó que se quedaba con su hija, porque "con lo suyo" tenía que ser cuidada, y que cuando tosía lo echaba "todo en medio" (ignoro a qué se refería, y prefiero seguir así), pero que "muchas gracias, Isabel". Al menos, esta señora pilló más rápido que los de Telefónica que no soy Isabel, y no volvió a llamar.

- Una voz femenina pero grave (pero femenina) dijo "guapo", y luego colgó. Me gustaría saber cuáles son sus fuentes...

- Una teleoperadora confundió los botones, y en lugar de colgar se puso a explicar a sus compañeras que alguien se dedicaba a enviarle correos kilométricos, y que luego ya no le cabía nada más. Quien quiera aprovechar para hacer un comentario con doble sentido, éste es el momento.

- Mucha gente llamó para quedar a horas y en lugares en los cuales sospecho que nadie apareció: me gusta pensar en ello como mi pequeña e involuntaria contribución al "Proyecto Mayhem".

¿En resumen? Mi madre me quiere, Telefónica Móviles me quiere quince veces más, y la gestora de mi comunidad de vecinos me odia el doble que Telefónica Móviles, o treinta veces más que Mamá Deincógnito. Pero no cuenta, porque es amor de madre.


lunes, 21 de abril de 2008

A beginning is a very delicate time

Al pensar en cuál debería ser la primera entrada de este blog me acordé de un juego de ordenador de hace bastantes años (y tantos: lo jugaba en un humilde Spectrum). Era la adaptación de "Indiana Jones y la Última Cruzada". El caso es que uno de los detalles que lo hacían simpático era que, si dejabas pasar un tiempo sin mover al bueno de Indy por la pantalla, el muñequito giraba su cabeza y simulaba quedarse mirándote, a la espera de qué ibas a hacer, o si ibas a hacer algo. Se impacientaba si no jugabas.

En cierto modo, creo que eso es lo que ha estado haciendo mi primer intento de blog durante año y medio: una plantilla vacía, sin una sola entrada, a la espera de que se me ocurriera escribir algo en él. Nada. Cursor huérfano si nadie que le lleve del teclado. Y hoy, cuando por fin entro en el antiguo blog, lo que hago es cargármelo.

Así que el título de este blog es en cierto modo una declaración de intenciones: quien lea estas páginas da un salto de fe, confía en que esta vez sí haga algo más que crear (y borrar) un espacio más en estos mundos del blogspot. El monstruo está construido, ahora sólo falta darle vida.

Y, encima, "un salto de fe" es lo que da Indy para alcanzar el Grial (por si alguien no había cogido la referencia; y eso va por ti, Hermana Deincógnito).