martes, 16 de diciembre de 2008
Pasaje a la India
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Pánico en el túnel
jueves, 13 de noviembre de 2008
The Flying Circus
martes, 4 de noviembre de 2008
Numb3rs
viernes, 24 de octubre de 2008
I like New York in june
viernes, 10 de octubre de 2008
No es país para viejos
La primera tienda en la que entramos estaba llena de gente mayor. Los dependientes tenían en la mirada el reflejo de su jubilación asomando por el horizonte. Y las clientas tampoco es que acabaran de terminar de alcanzar la mayoría de edad (en todo caso, la han rebasado tres o cuatro veces. La tienda en sí proporciona ropa que ya es vieja cuando la reciben de fábrica. No tengo ni idea de ropa, pero era mirar esas chaquetas y faldas y saber perfectamente que estaban destinadas a señoras que se tiñen el pelo de azul o violeta.
La segunda tienda era idéntica salvo por la mercancía: en lugar de ropa vendían zapatos (sí, la próxima vez escribiré "zapatería" directamente). Ahí lo gracioso fue cuando la única dependienta se dirigió a mí para preguntarme si estaba atendido, a lo que respondí que no hacía falta, iba de "carga-bolsas": pude ver cómo en su cara se conformaba la expresión "o-sea-me-toca-atender-a-cualquiera-de-las-otras-señoronas-otra-vez". Yo no me lo estaba pasando bien, pero a ella le tocaba vivir eso prácticamente todos los días, frente a las dos horas cada tres meses que es mi cometido.
Reconozco que la mañana me agotó mentalmente. Para seguir el ritmo de mi tía y su mundo tuve que ralentizar el mío, dilatándose el tiempo en mi entorno local. Además de aburrirme un montón, los percibí como dos montones. "Al menos esto es sólo de vez en cuando, y por una buena razón", me decía.
Pero esta mañana me ha tocado ir al médico (hacía tiempo que no os hablaba de estas cosas). He tenido que esperar a que me atendieran unos tres cuartos de hora. Luego, me han mandado a pedir cita para pruebas a dos sitios distintos, de modo que, entre hacer colas y tramitar los papeles, otras dos horas y media laaaaaaaargas. Y, encima, entre lo que queda de mes y principios del próximo tengo que volver unas nueve o diez veces más (de todo un poco: espalda, estómago, análisis, dermatología...).
No soy viejo, pero empiezo a estar convencido de que estoy en el camino (como todos), sólo que saco una terrible delantera a aquellos de mi misma edad. Supongo que así, cuando finalmente acabe en un geriátrico, con mi experiencia seré de "los primeros de la clase".
En cualquier caso, me parece que Fungi tiene a día de hoy todas las papeletas para convertirse en mi "sobrina de carga" las próximas veces que me toque a mí ir de compras (Fungi, avisada quedas).
miércoles, 1 de octubre de 2008
Another one bites the dust
martes, 23 de septiembre de 2008
It's a kind of magic
Jules se casa el día 27 de este mes, y allí estaremos, como cronista (poco) y comensal (lo que se pueda). De momento hemos hecho los deberes, y llegarán al altar (novio y novia) con sus despedidas de solteros bien cumplidas.
El viernes pasado acudimos los amigos del novio a tomar unas cervezas... y vestirlo de colegial; o, al menos, una versión retorcida de lo que sería un colegial: pantalones cortos, tirantes (of course), gafas de empollón de plástico (las gafas, no el empollón), colorete, pecas... el equipo completo.
Mientras, las amigas de la novia, más moderadas, se reunieron con ella para tomar sangría... y vestirla de colegiala. En la descripción anterior sustituid pantalones por falda, gafas por coletas, eliminad los tirantes, y os podréis hacer una idea de cómo quedó ella.
Nosotros no tuvimos que imaginar nada, porque en un momento dado de la noche nos reunimos, juntando ambas despedidas (¿para qué separarse pudiendo pasarlo bien todos juntos?), y tras la cena (menú infantil para ellos) acudimos a un espectáculo de magia en la sala Houdini.
Impresionante.
En este siglo XXI en el que estamos, en que "creerá que un hombre puede volar", aún han sido capaces de sorprendernos. Sí, palomas que salen de la nada para convertirse luego en conejos; escapismo de salón; naipes que van y vienen... Dos horas que se nos pasaron volando. Merece la pena, efectos digitales en su estado puro, pues son los propios dedos los que se encargan de ellos. Además, que a Jules le dijeron lo de "duérmete", y casi se va al suelo... No llegaron a hipnotizarlo (ni a los otros dos con los que el mago lo intentó), pero sí que les vimos cerrar los ojos y balancearse hacia adelante, sin poder evitarlo.
El resto de la noche también bien: yo llegué a las siete y media de la mañana a casa, y aún estoy recuperando sueño del fin de semana.
Y, por supuesto, me ronda por la cabeza la idea de apuntarme a los cursos que uno de los magos imparte los miércoles. Sobre todo por lo de dormir a la gente. Es algo que consigo de forma natural, pero no con tanto estilazo.
(Por cierto, sí, hay fotos de los novios en tales vestimentas: jamás serán presidentes, ni de su comunidad de vecinos).
lunes, 15 de septiembre de 2008
Love is in the air
jueves, 11 de septiembre de 2008
What's in a name?
Hace unos meses le acompañé a él y a su familia a Ciudad Rodrigo (quien quiera puede repasar algo de lo sucedido aquí). Durante aquellos días conocí a sus tíos, a sus primos, y a la hija pequeña de estos últimos, una niña muy inteligente, imaginativa y divertida, con la que estuve jugando parte de una tarde.
Pues bien, esta niña acaba de tener un hermano, y le han dejado a ella que decidiera cómo iba a llamarse. Y les ha propuesto mi nombre, precisamente por mí. ¿Os he dicho ya lo inteligente, imaginativa, divertida y majísima que es esta pequeñuela? Y eso que no la he sobornado ni nada parecido, ni la he vuelto a ver desde entonces.
Supongo que algo debo de estar haciendo bien…
martes, 9 de septiembre de 2008
Solo en casa
martes, 2 de septiembre de 2008
¿Conoces a Ted?
martes, 26 de agosto de 2008
Alguien voló sobre el nido del cuco
El lunes pasado estaba en mi oficina, trabajando (lo prometo), cuando recibí la llamada de mi vecina, una mujer mayor y algo rara (lo segundo no es consecuencia de lo primero), a la que llamaré Señora Klander. Lo primero que hizo fue preguntarme dónde estaba; teniendo en cuenta que eran las diez de la mañana le respondí que trabajando (lo prometo). Entonces me dijo que si estaba cerca de casa, a lo que contesté que no. Y ahí fue cuando por fin me explicó qué ocurría.
Al parecer el loro o canario o periquito (vamos, un bicho con alas) de los vecinos del primero, los Munster, se había escapado de su jaula, abriéndose paso hasta el patio interior, y de ahí hasta la ventana abierta de mi piso. La idea de Klander era que fuera a casa para coger al animal, cosa que no hice, pensando que, si estaba en mi casa, ya lo atraparía cuando volviera.
Y algo así fue lo que ocurrió: a las tres y media, cuando llegué a mi hogar, busqué al bicho volador por casa, sin éxito. Pero se oían un par de peculiares sonidos desde el patio interior. Bueno, un sonido y un ruido: el piar del animalito, y la inquietante imitación de ese piar perpetrada por el Señor Munster desde el primero. Cuando me asomé me explicó (comunicación vertical entre la primera y la tercera plantas) que ya habían logrado encerrar a la pareja del fugado (que también se había largado en su momento), pero que llevaban toda la mañana detrás del otro; y añadió que son animales acostumbrados a estar juntos, que se echan de menos.
“¡Qué tierno y qué bonito!”, pensé para mí, “y qué mala suerte para ti, pajarraco”. A la vista de los datos, propuse desde mi posición privilegiada que dejaran a su pareja a la vista, para usarla como cebo. Y funcionó: cinco minutos más tarde, el pájaro estaba en la jaula. Al poco, el Señor Munster se presentó en la puerta de mi casa para agradecerme la ayuda, porque habían estado toda la mañana intentando atraparlo sin éxito.
Y hoy, hace un rato, he vuelto a oír un familiar pío-pío en las proximidades de mi ventana: deberían fichar a ese bicho para “Prison Break”.
Ahora, analicemos las cosas que dan miedo de esta historia:
1.- La Señora Klander tiene mi número de móvil (no me preocupa demasiado) y lo usa para extrañas emergencias (¿un pájaro fugado? Sí, necesito estar informado de ello).
2.- Me llamaron a las diez y cuando atraparon al pájaro, gracias a mí, fue a las cuatro. En seis horas fueron incapaces de capturar al alado fugitivo. Es algo que dice mucho a favor del animal, o muy poco a favor de los Munster.
3.- Mola ver que soy más listo que un pájaro, pero, entre nosotros, contaba con ello; lo que da miedo es ver que los Munster no lo son.
4.- Lo que da más miedo aún es que el Señor Munster tiene descendencia, y la genética, como el algodón, no engaña: su hijo apunta maneras. De hecho, hay ocasiones en que Fungi confunde las conversaciones a gritos entre los Munster con las peleas que se oyen desde la calle (mi barrio es, como poco, pintoresco).
5.- Vivo rodeado de anomalías. Y luego los frikis nos llevamos la fama...
domingo, 10 de agosto de 2008
3, 2, 1... Contacto
El lunes me repartieron varios discos metálicos bastante pequeños sobre la espalda, cada uno de ellos con distintas muestras de varias sustancias, lo cubrieron todo con esparadrapo, y me mandaron a casa con un “y no te laves la espalda”. Añado que esta semana hemos tenido los días más calurosos del verano. No he sido la compañía más agradable, la verdad. La ventaja es que disponía de un método disuasorio ante posibles puñaladas por detrás.
El miércoles volví a que me retiraran todo, me pintarrajearon con rotulador para delimitar las zonas que habían reaccionado, y como necesitaban saber cómo desaparecían los eczemas con el tiempo, me mandaron a casa hasta el viernes con un “y no te laves la espalda”. Otra vez. Cuatro días haciendo lo imposible en la ducha para no mojarme por debajo de la nuca.
Y el viernes volví de nuevo. Pero, aprovechando tanta dermatología, le comenté a House si de paso me podían quitar una verruguita en mi axila derecha, de modo que la última mañana, a primera hora, se encargaron de ello. Al entrar en la sala de curas la chica me preguntó qué tal estaban mis piernas. Me llamó la atención, porque en esta consulta no les había dejado mi informe, pero entonces la reconocí: era la mujer que me atendió en urgencias hace cosa de mes y medio (la misma a la que House puso en evidencia la última vez que la vi; repasad el final de esta entrada, si no lo habéis hecho ya, porque era ella). Sí que las dejé impresionadas, sí...
Total, esta chica me electrodesecó (es como se llama lo que me hizo) la verruga, mientras olía a carne quemada, la mía, y no huelo muy bien, la verdad, nada que ver con el olor a churrasco de un buen restaurante. Es un alivio en caso de que en alguna ocasión sólo el canibalismo sea la única alternativa, puedo defenderme diciendo que no resulto apetecible una vez cocinado (o puedo decir que no me he lavado la espalda).
En cualquier caso, luego House, en su consulta, ya me aclaró los resultados: soy vulnerable al cromo y al kathon (chúpate esa, Superman, tú sólo tienes la kryptonita). Y por fin pude volver a lavarme la espalda, para alegría y regocijo de muchos (yo el primero). Aunque, después de tan interesante y limitadamente higiénica semana, tendré que volver dentro de un par de meses, porque aún quedan dudas respecto a mi reacción a otro tipo de productos (cosméticos). A ver si en esta ocasión futura no me despisto y le pido el teléfono a la chica de urgencias (que para entonces espero haber recuperado la tersura y tono de mi piel de una condenada vez).
Y a modo de resumen, decir que los dermatólogos son la elite de la serie B de la medicina. No son neurocirujanos, ni cardiólogos, ni nada tan guay, pero tienen sus propias cosas molonas. En estos casi dos meses me han parcheado, me han dado pastillas y cremas que en doce horas me cerraron las heridas, me han arreglado la piel, me han cortado lo que me sobraba con electricidad, me han dado una excusa para no ducharme...
Gratitud por siempre a los dermatólogos anónimos, que disminuyen el asco que nos da vernos los unos a los otros.
martes, 29 de julio de 2008
El cielo es azul, Ross
Grave error: desde hace una semana, cada vez que encendemos el DVD vemos un precioso pantallazo azul que ríase de los de Microsoft. Relajante, intenso, sin letras blancas sobre el cristal dando pistas absurdas sobre qué clase de excepción ha saltado. Sólo el azul enmarcado por la caja del televisor. Fungi ha definido esta experiencia como “ver el mar”. “¿Se sigue viendo el mar?”, pregunta cada vez que llega a casa estos días. La tiraría por la ventana, pero no hay suficiente altura hasta el suelo y es posible que sobreviviera.
El caso es que hoy no me ha quedado más remedio que ver la televisión convencional, y mis ojos han dado con un episodio de “Mentes Criminales” (que no está mal del todo, o a mí por lo menos no me disgusta). Y entre las actrices de esta temporada aparece esta hermosa muchacha, Paget Brewster:
Su cara me suena, su cara me suena... Demonios, es sorprendentemente parecida a Sean Young, pienso:
Hacedme caso, hay algunas fotos en las que la semejanza es evidente.
Pero sigo pensando en que no las confundo, en que sé que he visto a Paget en algún otro lugar. Y bajando en su ficha de IMDB encuentro que interpretó a Kathy, una de las (pocas) chicas de Chandler en “Friends”.
Azul. Pantallazo azul. "Mentes Criminales". Paget Brewster. Kathy. Chandler. “Friends”. Joey. “El cielo es azul, Ross”. Azul.
Para mí, esto es una entrada redonda...
jueves, 24 de julio de 2008
Vive deprisa, muere joven...
Hay al menos tres cosas en esta frase atribuida a James Dean que no voy a poder hacer. Analicemos el texto:
“Vive deprisa”: hace dos días tendría que haber ido a una sesión de rehabilitación para que me explicaran cómo hacer ejercicios para tratar mis problemas de lumbares entre las vértebras L5 y S1 (es gracioso, nuestra columna se parece al catálogo de un concesionario de Citroën o Renault). Pero no pude porque estaba de trabajo hasta arriba; además, con la espalda como la tengo, tampoco es que pueda ir corriendo a ninguna parte. De modo que nada de vivir deprisa.
“Muere joven”: aquí tengo alguna esperanza, pero menos. Hace un mes escaso que he cumplido los treinta y cinco. Joven me siento, pero todo el mundo sabe que la edad es la que es. Ciertamente, en las noticias se empeñan en repetir casos de accidentes en que, y cito casi textualmente, “un joven de treinta y siete años ha muerto en una colisión con una hormigonera”, o algo por el estilo. Que lo siento por el pobre hombre, porque ha muerto y eso, pero a los treintañeros que le sobrevivimos nos da ánimos: si él con treinta y siete años es joven, los demás también. En cualquier caso, vamos a ser honestos: joven es antes de los treinta. Otra prueba no superada.
“Deja un bonito cadáver”: el lunes me hicieron de nuevo las pruebas de la alergia, y se confirma que hay dos o tres cosas que no me provocan reacción (las películas de animación de Dreamworks tampoco, porque sólo me aburren). Me afectan los perros y los gatos (lo cual está bien para cuando vayamos a un restaurante chino: si no notas cambios en mi piel, si no me hincho, es que posiblemente la ternera sí sea ternera), los caballos (que también es bueno, porque nunca había encontrado una excusa para no tener uno de mascota en el piso), las gramíneas, las arizónicas... Y estoy a la espera de que las dermatólogas (House y sus ángeles) me hagan las pruebas de contacto. El caso es que tengo montones de papeletas para que mi aspecto en el momento de mi muerte sea de todo menos “resultón”. Que nada de bonito cadáver, vamos.
Así que tendré que dedicarme a vivir tranquilamente, morir de viejito, y dejar un cadáver, si no bonito, sí interesante.
Irme sí, pero con estilo.
domingo, 20 de julio de 2008
"Micción": Imposible
domingo, 13 de julio de 2008
Leaving Las Vegas
domingo, 6 de julio de 2008
Back to school
Estar muerto por dentro no es malo (la mayor parte del tiempo), pero ver que estás podrido por fuera sí, es más difícil de llevar. Proporciona entradas divertidas para el blog, si sabes enfocar el asunto de un modo simpático, pero no hace gracia tener una (o más de una) enfermedad absurda, y no saber qué es. Estar de baja te obliga a parar, a descansar para que tu cuerpo se recupere; y, mientras, tu cabeza va por libre, empieza a dar vueltas a las cosas, y basta un único pensamiento negativo para provocar una reacción en cadena que te lleva cuesta abajo.
Pero, por suerte, siempre acaba por producirse el "efecto Rocketeer" (nota mental: explicar más adelante a qué llamamos "efecto Rocketeer").
Hace unos días regresé al trabajo, no muy animado, pero con ganas de volver a ver a mis compañeros. El retorno se me hizo más agradable porque, al poco, me entregaron una postal de cumpleaños y un regalo... que tenían preparados desde la semana pasada: al parecer mi súbita fuga de las oficinas fastidió la entrega para el momento en que estaba prevista, y tuvo que esperar hasta entonces. Así que, además de alegrarme por el regreso, me animó aún más el recibimiento (aprovecho para dar las gracias a Jules, a ElastiGirl y a los demás, que aún no tienen nombres clave, pero los tendrán).
Por otra parte, desde este fin de semana tengo compañera de piso: Fungi se ha venido con sus cosas a pasar una temporada por aquí, hasta que se aclare con lo suyo. Va a estar bien poder gritarle a otro ser humano y no a la televisión, para variar (Fungi, si estás leyendo esto, tranquila, no te voy a gritar, es sólo para darle un poco de interés al blog). Además, hemos empezado a trabajar en un par de proyectos interesantes: por una parte, pretendemos aprender a cocinar de verdad (dejando atrás la "cocina de campaña", consistente sobre todo en pizzas y microondas); por otra parte, estamos creando nuestro propio "lenguaje de batalla Atreides" (nota mental para vosotros: leed "Dune" si no lo habéis hecho), dotando de nuevos y ocultos significados a palabras y expresiones comunes (que desde ahora dejarán de serlo).
También ha habido otro tipo de cambios, pero en esos todavía estoy trabajando, así que de momento no hay resultados, nada de lo que hablar; ya os contaré algo, si al final salen bien las cosas (y si no salen bien también lo escribiré, que reírse solo no es tan divertido).
lunes, 30 de junio de 2008
Leave an impression
El caso es que esta mañana he llegado a la consulta, puntual y con mucho mejor aspecto que la semana pasada. Cuando me hacen entrar, en un pequeño despachito, veo que están House, sus tres ángeles... y otras cuatro o cinco mujeres más, manteniendo la proporción; es decir, una de mediana edad, y las demás también jóvenes y agradables. Un diez por ciento de hombres (yo) y un noventa por ciento de mujeres (el resto). Sin problema: me gustan los retos.
Y comienzan mis cinco minutos de gloria.
Para empezar, una de los ángeles me reconoce al instante: "ah, sí, es el chico que tenía tan heridas las piernas". Buena señal: en ese momento acababa de entrar, por tanto estaba vestido, por tanto mis piernas no eran visibles, por tanto tuvo que reconocerme por otra razón. Así que al final sí que me miraron a la cara (y obviaron el "momento tripita"). Sí, nena. Juego.
House me pide que le enseñe las piernas, y yo lo hago, pero no quitándome los pantalones, sino subiendo una de las perneras. Otra de los ángeles comenta que mucho mejor tienen que estar para poder mostrárselo de ese modo (traducción libérrima: "mucho mejor tienen que estar para no tener que quedarte otra vez en calzoncillos, lástimalástimalástima"). Sí, nena, sí. Juego y set.
De todos modos, como la inflamación no ha terminado de remitir, me dicen que nada, que me bajan las dosis de fármacos, pero que vuelva en un mes (yo enseguida "me hago de querer"), y mientras me cuenta que debo hablar con mi médico de cabecera me explica cómo tomar las pastillas a partir de ahora. Y, en ese instante, el tercer ángel, la chica que me atendió por primera vez en urgencias, antes de retirarme, le pregunta a House que si me cuenta cómo debo dosificar ahora la medicina. Entonces, House mira al ángel y le dice que acaba de explicármelo un par de veces; y lo hace con una mirada con la que quiere decirle "¿en qué estabas pensando mientras yo hablaba?". Y el ángel permanece muda, manteniendo perfectamente la compostura, incluso cuando House sonríe con un leve deje de picardía en la comisura de sus labios. Juego, set y partido.
De pronto le he cogido un gran cariño a mis botas gangrenadoras, causantes de todo esto...
sábado, 28 de junio de 2008
Informe de daños
Desde hace unas semanas llevaba sufriendo en silencio unas molestas heridas en las piernas, desde la rodilla hasta la punta de los pies. Hace quince días empecé a sufrir las consecuencias de lo que (estoy casi seguro) es una reacción alérgica a algún elemento existente en Granada. Y el domingo pasado FAV y yo dimos “el gran salto”, con resultados que se pudieron comprobar justo en la entrada anterior.
De modo que, este lunes, mi aspecto era el siguiente: de rodillas hacia abajo, como si fuera Popeye, con una inflamación considerable, y heridas variadas donde la piel no podía retener más la hinchazón. El resto del cuerpo, cubierto por una erupción cutánea de aspecto rojizo. Y las palmas de las manos como os he contado antes.
Pero soy un tío. Soy un machote. Vamos, que soy tonto, así que me digo lo típico de “bueno, de esto nadie se muere”, y me dispongo a pasar un día en casa, dejando que mi factor curativo (como si fuera Lobezno, que para eso leo comics) me ponga en el camino de la recuperación.
Mala idea: a estas alturas debería saber que mi factor curativo tiene valores negativos. Yo no me sano con el tiempo, sino que la entropía y caos de mi cuerpo aumenta, y si algo más puede fallar o empeorar, lo hace. Así que al fin llamo al médico, y allá que voy.
Nada más verme se fija en la erupción generalizada que tiñe de rojizo mi habitualmente pálida (y por tanto interesante) piel, así que lo despacha rápidamente diciendo que, con algo tan claro, lo mejor es mandarme de urgencia al dermatólogo, para que así diagnostique de una vez qué me pasa (tiene anotado en mi historial que, el año pasado por estas fechas, también tras volver de otro viaje a Granada, acabé con un sarpullido similar).
Entonces yo le digo que vale, que genial, pero que el coche no es la sorpresa, y que me mire las piernas. Por su cara le habría hecho más ilusión que esto último se lo hubiera dicho Angelina Jolie, pero se tuvo que conformar conmigo. Y, al ver lo que tenía entre la rodilla y el zapato, casi me echa a patadas, diciendo que no pierda más el tiempo allí, que me vaya a urgencias sin falta, que me da la baja en ese mismo instante, y que a lo peor me tienen que ingresar y todo. “De esto nadie se muere”: menos mal que no escogí estudiar medicina.
Así que cojo un taxi y me voy a La Paz. Mientras espero en el hospital, leo el diagnóstico con que me ha enviado a urgencias: “Celulitis monstruosa en ambas piernas”. Celulitis; sí, vale, monstruosa (que mola), pero celulitis. En fin, intento no pensar en ello, y espero a que me atiendan.
Y quien me examina es una atractiva doctora, que me pide que, para ver mejor las piernas y las erupciones, me quite los pantalones (no que me los baje, que me los quite). De modo que me quedo con mi polo y mis calzoncillos a rayas blancas y azules expuesto a su vista. Pero no parece convencida de que el resto de mi cuerpo esté igual de mal, así que me pide que me quite también el polo. Así que ahí estoy yo, en rojo, blanco y azul, como si fuera un enfermo homenaje a la bandera de los EEUU, y pienso “podría ser peor, podría haber cogido hoy los calzoncillos de Batman”.
Como también quiere ingresarme, dice que me espere, que llamará a una adjunta del hospital para pedir su opinión, y que ya se verá. Así que salgo, espero de nuevo, y media hora más tarde me hacen volver a entrar. Y esta vez ya está la adjunta. Y otras dos mujeres más, no exentas tampoco de su cierto atractivo. Y, de pronto, sé que va a pasar.
Por supuesto, vuelvo a tener que quedarme casi desnudo ante las cuatro mujeres. Por supuesto, lo que una de ellas traía en la mano sí era una cámara de fotos, y me piden sacar algunas, porque mis heridas son así de molonas. Sin cara, por supuesto, todo un consuelo. De modo que me pongo en pie, y dejo que me inmortalicen digitalmente.
Y, queridos lectores, aquí llega el momento más patético de toda la historia: mientras me sacaban las fotos, metí tripa instintivamente. Repasemos la situación: estoy casi desnudo, vestido únicamente con unos calzoncillos que, si bien limpios y en buen estado, han perdido su fuerza original, y no contienen el contenido del modo en que lo hacían en tiempos pretéritos. Además de eso, mis piernas parecen (y perdón por evocar esta imagen) surtidores adornados con virutas de piel muerta o moribunda. Por otra parte, el resto del cuerpo está cubierto por manchas rojas que van ganando cada vez más terreno a mi palidez natural. Y a mí no se me ocurre otra cosa que meter tripa; porque, claro, lo que me va a hacer salir mal en las fotos es ese pequeño sobrepeso.
La buena noticia es que al final no hizo falta ingresarme, y en menos de doce horas de haber empezado con el tratamiento que me prescribieron empecé a mejorar. Sigo teniendo un aspecto un poco más lamentable que de costumbre, pero al menos va rebajándose la hinchazón, tengo las heridas felizmente cerradas, y la erupción casi bajo control.
Pero estoy de baja por celulitis monstruosa. Y creo que me van a quedar estrías.
domingo, 22 de junio de 2008
Aquí se viene a morir
domingo, 15 de junio de 2008
Legendario
lunes, 9 de junio de 2008
Fulminad a esos cabrones
jueves, 5 de junio de 2008
Any last words?
Aunque reconzco que, viéndola en el cine, en algunos momentos me lo pasé tan bien como cuando Indy se arrastró por primera vez bajo aquel camión nazi.
En cualquier caso, no quiero hacer una crítica sobre la película, ni siquiera convencer a nadie de si "mola o no mola" (es Indiana Jones, claro que mola, chico). En su lugar, voy a comentar un par de frases de la película.
La primera la menciona el Decano Stanforth (que viene a tomar el relevo de Marcus Brody, personaje que interpretaba Denholm Elliot). La que me hizo reparar en la frase fue Tamagochi, ya que a ella le pareció especialmente interesante. Y como no la recuerdo en español, la escribo en inglés:
"We seem to have reached the age where life stops giving us things and starts taking them away."
Demasiado melancólica para mi gusto. Sí, perdemos gente por el camino, pero la que de verdad cuenta sigue siempre ahí. Y seguirá siempre ahí. Me niego a pensar de otro modo, me he redescubierto hace poco como un optimista, y estoy convencido de que la vida aún tiene (y siempre tendrá) mucho que ofrecer. Hasta de la pérdida se aprende.
Y tras este momento "Paulo Coelho", la frase que me llamó a mí la atención (encima la pronuncia John Hurt, uno de mis actores favoritos):
"How much of human life is lost in waiting?"
Pues eso. Se acabó esperar. Nada de darle vueltas a las cosas veinte veces antes de hacer algo. Nos paramos, pensamos, decidimos, respiramos hondo para reflexionar si hemos tomado la decisión correcta... y actuamos.
De hecho, creo que esta frase va a ir directa al listado de axiomas pop de aplicación diaria. En una futura entrada, ésta y otras más.
lunes, 2 de junio de 2008
Morir, dormir: dormir, tal vez soñar
lunes, 26 de mayo de 2008
Deja ganar al wookie
Tamagochi se aproximó a la barra, flanqueada por Maverick y el atractivo joven lector de comics de hace algunas entradas (yo mismo). Al ver que tenían vino blanco, se animó a pedir una copa. El camarero entonces nos preguntó: “Larchosmol?”, y como no entendimos a la primera le soltamos un “esquiusmi”. Y otra vez lo mismo, que si “larchosmol?”, y nosotros igual, en modo “minoentendertuidioma”. Así que, a la tercera, el tipo nos habla como si fuéramos extranjeros (perspicaz nativo) y repite su frase: “LARCHOSMOL?”
Momento tenso: el camarero era como un hooligan tatuado pero sin cerveza en el cuerpo, bastante musculado, y con aspecto de no gustarle repetir dos veces las cosas. Yo iba a decirle a Tamagochi que pasara del vino blanco y le pidiera una copa de “larchosmol”, que seguramente sería igual de bueno, cuando al fin comprendimos al nativo: “Large or small?”
Vale que nosotros tuviéramos problemas de oído, y no estemos acostumbrados al inglés. La cosa es que el problema no es que nosotros no habláramos su idioma, es que era el camarero el que no hablaba su idioma. Y, encima, el vino no estaba a la altura de las expectativas.
Creo que lo anterior se resume con la lapidaria frase que ElHombreDelPlan soltó, rodeado por nativos en la terraza en que nos estábamos tomando nuestras bebidas: “El inglés como idioma es una mierda”. Rodeados de ingleses.
Si alguno de ellos llega a ser como la compañera de autobús de Maverick...
miércoles, 21 de mayo de 2008
24
En uno de esos viajes Maverick vivió uno de los mejores momentos de nuestra expedición. Se sentó al lado de una chica que estaba bastante liada con bolsas y libros. Al poco ella se levantó, y se colocó un par de asientos más atrás. Maverick, intrigado, comenzó a especular acerca de los motivos que pudieron llevar a aquella joven a alejarse de su lado. “¿Oleré mal?”, se preguntó en voz alta, mientras se olfateaba en busca de pruebas...
Y, entonces, la chica que antes estaba a su lado se levantó, recogió sus cosas, se acercó a Maverick y le dedicó entristecida un “lo siento” en perfecto castellano, tras lo cual se bajó del autobús. Maverick aguantó el tipo con una impertérrita cara de póker. Los demás no: fuimos incapaces de contener la risa.
Conclusión: no sólo hay tesoros por todas partes, también hay un montón de hispano-parlantes. Ten cuidado, aprende de Maverick.
martes, 20 de mayo de 2008
Tócala otra vez, Sam
"When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford."
Supongo que tiene razón...
Por cierto, aprovecho para saludar a Sandy, que me ha regalado un puntito rojo desde Alemania.
viernes, 16 de mayo de 2008
Pequeñas diferencias
"Look left" y "Look right" escritos en el suelo para recordarte a dónde debes mirar antes de cruzar. Pues vale. Una concesión de cara a los visitantes, porque ni de lejos parece posible que acepten lo que el resto del mundo. No sé, ya puestos, me extraña que no usen relojes con manecillas que giren a la inversa, y que en vez de con números cuenten las horas con letras.
Lo bueno que tenemos los españoles es, parafraseando a Shaftoe (gracias por recordármelo, Ácido Cínico), que en seguida mostramos "un poco de jodida adaptabilidad": un par de horas después de llegar no mirábamos ni a izquierda ni a derecha, ni apretábamos los botones de los semáforos para detener el tráfico, ni ninguna de esas chorradas civilizadas... En cuanto veíamos a uno o más tipos con pinta de inglés cruzando, allá que íbamos: "Nativos cruzando". Si alguno de nosotros pronunciaba estas dos palabras, era nuestro momento.
Ya se sabe: "Allá donde fueres"...
jueves, 15 de mayo de 2008
Tú a Londres...
viernes, 9 de mayo de 2008
¿Por qué no te vienes para acá, mamón?
lunes, 5 de mayo de 2008
Entre copas
Lo curioso del asunto es que tenía muy claras cuáles son las viandas típicas de la tierra que tenía que probar:
- Huevos con farinato (engullidos).
- Patatas "meneás" (ingeridas, con guindilla y todo).
- Cochinillo y/o corderito, también conocido como corderititito (devorados).
- Perranillas y "repelaos" (zampados).
- Hornazo (es un "work in progress", pero acabaré con él esta semana).
Y todo esto "entre copas", porque el tío de mi amigo no dejó en ningún momento de servirme vino tras vino, a cual mejor. De hecho, la gente que he conocido, la familia de ElHombreDelPlan, ha sido lo mejor del viaje: tranquiliza ver que aún hay personas nobles y buenas en este planeta.
miércoles, 30 de abril de 2008
La defensa Chewbacca
Esta tarde, tras la hora de comer, he ido a lavarme los dientes (hacerlo al revés no proporciona el resultado deseado). Buen ejercicio, lo recomiendo: los aseos que tenemos asignados a nuestra zona sólo olerían peor si los azulejos pudieran morir y entrar en descomposición. El caso es que mientras meditaba sobre los misterios de la vida con mi clon en el espejo, con el cepillo de arriba abajo, de izquierda a derecha, y en círculos, me he fijado en el individuo que estaba en el lavabo contiguo.
El tipo llevaba lo que parecía ser un traje elegante (a excepción de la chaqueta), con zapatos elegantes, y una corbata elegante recogida informalmente entre un par de botones de la elegante camisa. Comenzó a lavarse las manos, y a llevárselas al pelo, para colocarse su elegante peinado. Poco después, se inclinó de nuevo sobre el lavabo, mientras dejaba correr el agua, aprisionó (¿he mencionado que elegantemente?) su nariz con los dedos... y sopló con fuerza, con el consecuente efecto trompetil.
Ni que decir tiene que desde ese momento comenzó a respirar con mayor facilidad a través de sus fosas nasales.
Aquí hay algo que no entiendo. ¿Qué hace un proto-yuppie en nuestros aseos de morlocks? ¿Y cómo, en el nombre de Dior, se le ocurre sonarse de ese modo?
Repitan conmigo: no tiene sentido.
domingo, 27 de abril de 2008
¿Eres tú John Wayne o lo soy yo?
Esto me sucedió la semana pasada a mí... pero ocurre continuamente, y a todo el mundo.
El martes pasado decidí acercarme por Elcortinglés para comprarle a Hermana Deincógnito la serie de dibujos animados "Las aventuras de Sherlock Holmes" (ya sabeis, perros detectives, Moriarty, jajejijoju y todo lo demás). Así que, tras intentar dar con el pack en cuestión, me rindo y me dirijo a una simpática y pizpireta dependienta, con trenzas a ambos lados de su cabeza.
- Hola, estaba buscando la serie de dibujos animados de Sherlock Holmes.
- Ah, sí... Willy Fogg...
- No, Willy Fogg no, la de Sherlock Holmes, la de los perros.
- No, si digo que está al lado de la de Willy Fogg.
Es simpática, así que intento no pensar en que quizá lleve las trenzas demasiado tensas, y eso provoque algún tipo de extraño y pernicioso efecto secundario en sus procesos mentales. Nada demasiado grave, pienso, porque al fin comienza a teclear en su ordenador para comprobarlo (lo de su cerebro no, lo de Sherlock Holmes).
- Sí, aquí está: "Basil, el ratón superdetective".
- No, ratones no, son perros.
¿Tendrá mascota? ¿Será un perro, un ratón, o un perro-ratón? ¿Juega Dios a los dados, y esta chica con la genética?
La joven dependienta se rinde, y acude a su superior, una ex-bibliotecaria con más años que menos, reconvertida en vigilante de pasillos ("el drama y el terror son mis dominios, pequeño"). La trenzada muchacha le transmite mi duda a la veterana... que gira su cabeza hacia mí, baja ligeramente sus gafas, me observa, y me dice solemne:
- No tenemos, está agotada.
Traducción: "Ni lo sé ni me importa, no merece la pena que YO lo busque para TI".
Traducción de la traducción: "¿Eres tú John Wayne o lo soy yo?"
¿Qué podía hacer? Pues lo que cualquier otra persona: ir a otro centro de Elcortinglés distinto al día siguiente, donde pude elegir entre cuatro o cinco packs que estaban, curiosamente, junto a Willy Fogg.
Al que no vi fue a Basil: se lo habría merendado Rigodón.
Bienvenido a la fiesta, amigo
De todos modos, me gustaría aprovechar este espacio para hacer un poco de denuncia social: MyJ siguen sin sofá en su sala. Y no será porque no les insistimos en ello (en realidad sólo insisto yo, el resto de amigos creen que si ellos también les marearan con este asunto sería excesivo).
Al margen de esto, el cumpleaños muy bien: buenos amigos, abundante y sabrosa comida, excelente selección musical (de nada, de nada, ha sido un placer), y viajecito a Granada apuntado en nuestras agendas.
El año que viene, más...
jueves, 24 de abril de 2008
Colega, ¿dónde está mi coche?
miércoles, 23 de abril de 2008
Bienvenidos a Hill Valley
En Cuatro están pasando "Entre Fantasmas", y la protagonista camina con otro tipo por una plaza que conozco de haberla visto muchas veces, en distintas épocas de su existencia; concretamente, en 1955, 1985 y 2015. De hecho, apuro los minutos por si veo aparecer un De Lorean que viaja en el tiempo. Al parecer los espíritus tienen una parada obligatoria en Hill Valley.
Al final lo dejo, porque empieza el programa que quiero ver: y en los títulos de crédito, como siempre, aparece el rótulo "Hill Valley Productions Presenta". Dos de dos: ya tengo algo que mencionar esta noche por aquí.
Así que me he venido al ordenador, he entrado en la wikipedia y he buscado en qué otros lugares aparece Hill Valley. Y son muchos; echadle un vistazo.