domingo, 21 de febrero de 2010

You are not in Kansas anymore

Anoche añadí "Avatar" a la lista de películas que he visto al menos dos veces en cine. La primera vez, hace un par de meses, tuvo que ser a la manera tradicional, pero ayer Recoveca y yo nos dimos el gustazo de verla en 3D. Y sí, no le descubro la pólvora a nadie si reconozco que merece la pena... aunque sigue sin convencerme del todo.

La primera vez que la vi me pareció prescindible, aunque salí satisfecho pero no entusiasmado. La historia no me parece nada del otro mundo, y tampoco soy el primero que escribe o dice algo parecido (además de que mucha gente habla de ella como si se tratara de una "Pocahontas" con elementos de ciencia-ficción). Tampoco es algo que me moleste, "Atmósfera Cero" es una versión de "Solo ante el peligro" en una colonia minera situada en Io y me lo paso en grande cada vez que la veo. Lo que me molesta es que un "remake" no reconocido (o sí) barnizado de azul y efectos especiales se lleve una atención que otras películas más modestas no consiguen. Sin ir más lejos, "Moon" recicla ideas de otros referentes mejores y de mejor modo ("2001" y "Blade Runner" son los primeros que me vienen a la mente), pero supongo que usar maquetas no puede competir con las imágenes generadas por ordenador.

El caso es que pensé que me aburriría si iba a verla una segunda vez, aunque fuera en 3D, pero tenía que comprobarlo y saber de primera mano si, en efecto, poner las gafas especiales en la ecuación mejoraría mi opinión al respecto. Y así fue, en parte: reconozco que las tres dimensiones sí le dan un valor añadido a la película, pero como elemento de diversión más que otra cosa. Creo que es un entretenimiento "hi-tech", pero no tiene más.

Al verla recordé lo que un amigo me comentó hace años, cuando se estrenó "Parque Jurásico": que los informáticos serían al siglo XXI lo que los mayordomos al XX. Si antes había un asesinato, el culpable era el mayordomo. Si ahora se comete un crimen, el culpable es el informático. ¿Y si necesitas una amenaza global? Los militares. Tras haber superado a los indios, a los japos y los nazis, a los alienígenas de los 50, a los rusos, a los musulmanes y terroristas en general... parece como si sólo quedaran los militares y el sistema al que sirven. Y aquí es donde llega mi problema: la misma gente que destaca los valores ecológicos y de denuncia de la película es la que contribuye a que todo sigue igual. No me creo que nadie, a día de hoy, renuncie a su coche para utilizar el transporte público (es un sacrificio), ni a James Cameron usando toda la pasta que va a ganar con este producto en mejorar nada (o a lo mejor sí, quién sabe).

En resumen, en mi opinión, y parafraseando a mi abuelo: "demasiada prosa para tan poco evangelio". Para contar una historia tan simple con un mensaje tan pobre no hacían falta tales alforjas.

domingo, 17 de enero de 2010

Anatomía de un asesinato

Ayer tuve una mañana del tipo "Paseando a Miss Daisy": me tocó acompañar a mi octogenaria tía a comprarse un abrigo nuevo. Mi tía es una persona de ideas claras (también serviría decir que es de ideas fijas: sabe lo que quiere, y no va a dejar que nadie le aconseje otra cosa). Fiel a esta política, en anteriores ocasiones el procedimiento había sido siempre el mismo: de cabeza a "Modas Paloma", que es como el "Cheers" de las compradoras de ropa mayores de setenta años, un sitio "where everybody knows your name".

Pero ayer no, logré sacarla de su rutina, y estuvimos tanteando un par de locales. Primero Elcortinglés, más que nada para que viera que otros mundos son posibles, aunque entre tanta variedad sólo localizó uno que le gustara lo bastante (400 euros). Así que de ahí nos fuimos a otro lugar llamado "El Danubio Azul". Supongo que la mejor manera de describir al personal de esta tienda es pedir disculpas de antemano por ser cruel y decir que parecía parte del casting de "La parada de los monstruos", aunque todos conservaban sus extremidades. Eso sí, de trato son muy amables, y lo mejor que se puede decir es que mi tía sí encontró el ABRIGO que buscaba (y muy bien de precio, 200 euros), pero por desgracia no tenían su talla. Así que al final acabamos como el resto de veces...

Fuimos a "Modas Paloma".

Lo normal en este local es que mi tía sea atendida por una de las dependientas, de edad madura, como el resto de sus compañeras. Aunque esto no es del todo cierto, hará seis meses había una chica bastante joven, que seguramente apenas había rebasado los veinte. Algo así me extrañó, y a ella se la veía completamente fuera de lugar, de un lado para otro, más pendiente de no molestar que de atender realmente a ningún cliente. Como mi tía compra regularmente cada tres meses, en nuestra penúltima visita me fijé en que la misma chica seguía en esta tienda... pero ya no era ella. Sus movimientos, su modo de hablar, su ropa, su peinado todo mostraba claramente que su espíritu había sido asimilado por su entorno, como si los Borg mezcla de lana-alpaca (66%-34%) la hubieran atrapado. Habían asesinado su esencia. Y ayer ni siquiera la vi: supongo que finalmente se han deshecho del cadáver.

Mi tía, por su parte, ajena a estas observaciones, encontró el ABRIGO (exactamente el mismo modelo), y afortunadamente en esta ocasión sí tenían su talla. Eso sí, lo que en una tienda eran 200 euros, en ésta costaba 280. De modo que mi tía no perdió la ocasión de hacerme notar que podríamos habernos ahorrado toda la mañana si hubiéramos ido en primer lugar a esta tienda. Y yo le hice notar la diferencia de dinero (apreciable) por el mismo producto. De modo que no tuvo más remedio que darme la razón.

Así que supongo que me he condenado a mí mismo a repetir este proceso una y otra vez en el futuro, en lugar de solventarlo todo en un solo viaje a "Modas Paloma".

Sí, un plan brillante, genio.

domingo, 10 de enero de 2010

Say have you met Lydia

Uno de mis propósitos para este año recién estrenado es hacer ejercicio para eliminar el sobrepeso que me impide alcanzar el cenit de mi "atractividad". Otro propósito es aprender a fumar en pipa en condiciones (me habría propuesto dejar de fumar de no ser porque empecé hace seis meses; supongo que es algo de lo que os tendría que haber informado). Y otro de ellos es mantener vivo este blog, aunque sea con entradas tan poco pensadas como ésta.

Hoy quiero compartir con vosotros una canción que suele animarme bastante, y que tarareo a menudo precisamente por eso. Su título es "Lydia the Tattooed Lady", y si no me equivoco apareció en primer lugar aquí:



A pesar de tratarse de una película de los hermanos Marx (soy adicto a ellas) no fue en ésta en que descubrí la canción; y aunque también aparece en "Historias de Filadelfia", una de mis comedias favoritas de todos los tiempos:



no es por esta razón que caí en la cuenta. Y eso que más gente se dedicó a darla a conocer:



La película en que la descubrí de verdad, aunque ya de niño la había oído en labios de Groucho Marx y Virginia Weidler, fue ésta (avanzad hacia el final del video, hacia el minuto 2:20, si os supera la impaciencia):



"El Rey Pescador", otra de mis debilidades; sobre todo por secuencias como ésta y alguna que otra más, como el baile en la estación de Grand Central, la conversación entre Parry y Lydia frente a la casa de ella, el propio Parry explicándole a Lydia que se puede encontrar la belleza en los lugares más insospechados...

No sé, supongo que otro de los propósitos para este año podría ser seguir buscando sin perder los ánimos.

jueves, 31 de diciembre de 2009

The Hudsucker Proxy

Es el título original de una película de los hermanos Cohen que en España se tituló “El gran salto” (al menos el treinta y tres por ciento está bien traducido).

Ha sido un salto largo el de este año. Hace poco más de doce meses me fui a Chennai, añadí un par de entradas nuevas desde entonces, y nada más hasta ahora. Y, la verdad, creo que no ha habido demasiadas cosas que contar. En realidad sí, ha habido bastantes, pero las buenas han sido pocas, y las malas no me han encontrado con ánimos de explicároslas de un modo entretenido. En lo que a mí respecta estoy bien, gracias, pero es lo que me rodea lo que no me gusta: las cosas están raras en Altrucel, ha habido más separaciones entre mis amigos, ha habido problemas entre mis amigos y me han pillado todos en medio (poniendo a prueba lo que Fungi llamó en su día mi “complejo de súper-héroe”)... Estoy convencido de que esta sensación de “no me va mal, pero tampoco me va bien” tiene mucho que ver con el fin de año, así que no voy a insistir en esto. En su lugar, os deseo a quienes leáis esto un feliz año 2010, y que las cosas nos vayan a todos cada vez mejor.

Y, para despedir esta entrada, os dejo una de las secuencias que más me gustan de, precisamente, “The Hudsucker Proxy” (tengo que comprobarlo, pero me parece que ésta en concreto la había dirigido Sam Raimi). Porque es, ya sabéis, “para críos”:



sábado, 14 de febrero de 2009

It's a long way to Delhi

Y tan largo (que se lo pregunten a Indy)...

La última vez que escribí por aquí fue hace unos dos meses. En ese tiempo fui, vi y vencí, y no regresé con más información que las pocas fotos que pude sacar desde el coche de empresa entre el hotel y el edificio de Altrucel. ¿Qué más puedo contar de nuestra estancia allí? Nada nuevo, la verdad, salvo que aprendí a disfrutar de la comida local (no demasiado que ver con la que te sirven en los restaurantes indios de por aquí), me acabé acostumbrando a comer sin cubiertos, pero no a su acento al hablar en inglés.

Me gustaría volver, pero no lo hicimos mal del todo, parece que dejamos en funcionamiento sus equipos, y no ha hecho falta regresar para ayudar con nada más. Eso sí, si no he entendido mal, la semana próxima vendrán un par de ellos, aunque no estaré para atenderles porque me encuentro de vacaciones (siete días acumulados del año pasado, que no son pocos).

Y, en estos dos meses, no ha habido demasiados cambios, casi todo permanece igual para mí. Las Navidades estuvieron bien, y creo que me ayudaron a cerrar algunos asuntos personales que arrastraba en segundo plano por mi cabeza. Por otra parte, desde que volví de las fiestas, en Altrucel somos menos gente en mi proyecto y más trabajo para los que quedamos, así que de repente me he vuelto un poco importante, aunque tampoco demasiado. Además, a lo largo de lo poco que llevamos de año se han producido una serie de casualidades que me hacen esperar grandes cosas para los próximos meses. Veremos.

Si, vale, me has pillado, no tenía nada que contar y, a pesar de todo, he rellenado tres párrafos. Mira, ignóralos, no pasa nada: la intención era no añadir una próxima entrada sin explicar por encima qué ha pasado desde la última vez. Intentaré que la próxima sea divertida.

Lo prometo.

martes, 16 de diciembre de 2008

Pasaje a la India

Bueno, pues tras un par de semanas de incertidumbre, por los atentados de Bombai, por la tardanza en recibir los visados, por la cantidad de trabajo acumulada y por tener las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina... nos han mandado a Chennai. Vamos, que aquí estoy finalmente, en la habitación del hotel, poniendo al día (hace mucho de la última entrada) el blog.

A modo de resumen, y para no romper la tónica de los últimos meses, debería decir que los médicos no me han encontrado ninguna dolencia nueva, ni tampoco ninguna mejoría en especial, así que me mantengo estable en cuanto a salud se refiere, si ignoramos que el primer fin de semana de diciembre descubrí que el perro de Fungi me provoca una alergia de campeonato (hacía tiempo que el asma no ponía a prueba mis pulmones de ese modo).

Por el camino ha cumplido años el Profesor X, ElHombreDelPlan (su hermano) los cumplirá en breve, y por suerte he podido estar en su fiesta conjunta. El sábado tarta, el domingo avión.

De momento no llevo ni veinticuatro horas aquí, pero desde el primer momento ha sido palpable que esto es diferente. Supongo que lo que más me ha llamado la atención hasta ahora es que las cosas tienen un aspecto similar a lo que se puede ver en televisión sobre la India. Sí está lleno de gente, vestidos como estamos acostumbrados a verlos en los documentales, y el país parece como si ya fuera viejo cuando lo construyeron: los monumentos antiguos lo son, pero las infraestructuras más modernas no lo son tanto. Por ejemplo, el edificio de Altrucel en el que trabajaremos esta semana está rodeado por chabolas, y las calles apenas están pavimentadas. Oh, y sí, ya he visto varias vacas por las calles...

Lo mejor por el momento ha sido esta mañana, cuando nuestros compañeros del equipo local nos han llevado a mi colega "apañol" y a mí a comer en un restaurante vegetariano. Nos han llevado en un par de motos, esquivando la infinidad de vehículos y olores restantes. Toda una experiencia: aquí los cláxones suenan más que los Cuarenta Principales, son una especie de señal de que estás vivo, no una advertencia.

Lo malo es que están en invierno, lo cual significa que la temperatura es de unos veinticinco grados de media (no está mal), con mucha humedad en el aire (no está tan bien)... y que oscurece a las seis de la tarde, justo cuando salimos de la oficina, con lo que las posibilidades reales de ver algo de la ciudad de día son pocas impactando directamente con ninguna.

La próxima vez será...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pánico en el túnel

Espero que ésta sea la última entrada dedicada a narrar mis andanzas médicas, porque ya me aburre hasta a mí. Y no es que no me sucedan otras cosas, ni que no se me ocurran otras ideas, pero los exámenes de mis dolencias ensombrecen todo lo demás: sin ir más lejos, de momento he tenido que pasar por un hospital u otro los tres días de semana que llevamos por el momento.

El caso es que hace dos semanas, como ya conté en la entrada anterior, me dijeron que me esperaban más pruebas, consistentes en la introducción de cámaras por dos de los tres orificios "practicables" de mi cuerpo (no cuentan las orejas ni la nariz). Es decir, me iban a meter un tubo por la garganta, y otro por ahí (ese órgano que a los hombres nos permite realizar determinada actividad de pie).

Hace unos diez días tuvo lugar la endoscopia: tubazo por la garganta, y hasta el infinito y más allá. Se entiende que te obliguen a ir en ayunas, porque si todo el aire que eché (muy sonoramente) por la boca no fuera aire, las profesionales que realizan estas pruebas tendrían que ir ataviadas con trajes de neopreno y fregonas, como mínimo. El resultado: todo bien, salvo que soy "cardialmente incompetente" (otra categoría más en la que no me cualifico, qué le vamos a hacer).

La semana pasada tuvo lugar la otra "intromisión". Cinco minutos de molestia sólo para decirme que estoy bien, que no tengo nada malo ahí... y ni mucho menos soy incompetente en ese aspecto. Lo curioso del asunto es que cuando vi el diámetro de lo que iba a entrar me preocupé un poco; pero cuando eso entró donde tenía que hacerlo, y apenas me molestó, pensé en el diámetro de donde había entrado (y mis conclusiones, que no voy a compartir aquí, fueron muy halagadoras para mi vanidoso ego).

Hace dos días, urografía: radiografías con una inyección de contraste. Vamos, como si fuera "el increíble Hulk", pero sin rayos de color verde. De momento no hay transformaciones ni nada, pero no pierdo la esperanza de adquirir molones poderes mutantes.

Ah, y por el camino todas las vacunas que necesito para irme a La India (confirmado: en un par de semanas, si no hay cambio de planes, vuelo hacia Chennai), con la particularidad de que ninguna de ellas me ha provocado reacción.

En resumen: este año lo he empezado como "el niño burbuja", pero lo estoy terminando como Bruce Willis en "El protegido" (pero con pelo, eso sí).