martes, 16 de diciembre de 2008

Pasaje a la India

Bueno, pues tras un par de semanas de incertidumbre, por los atentados de Bombai, por la tardanza en recibir los visados, por la cantidad de trabajo acumulada y por tener las vacaciones de Navidad a la vuelta de la esquina... nos han mandado a Chennai. Vamos, que aquí estoy finalmente, en la habitación del hotel, poniendo al día (hace mucho de la última entrada) el blog.

A modo de resumen, y para no romper la tónica de los últimos meses, debería decir que los médicos no me han encontrado ninguna dolencia nueva, ni tampoco ninguna mejoría en especial, así que me mantengo estable en cuanto a salud se refiere, si ignoramos que el primer fin de semana de diciembre descubrí que el perro de Fungi me provoca una alergia de campeonato (hacía tiempo que el asma no ponía a prueba mis pulmones de ese modo).

Por el camino ha cumplido años el Profesor X, ElHombreDelPlan (su hermano) los cumplirá en breve, y por suerte he podido estar en su fiesta conjunta. El sábado tarta, el domingo avión.

De momento no llevo ni veinticuatro horas aquí, pero desde el primer momento ha sido palpable que esto es diferente. Supongo que lo que más me ha llamado la atención hasta ahora es que las cosas tienen un aspecto similar a lo que se puede ver en televisión sobre la India. Sí está lleno de gente, vestidos como estamos acostumbrados a verlos en los documentales, y el país parece como si ya fuera viejo cuando lo construyeron: los monumentos antiguos lo son, pero las infraestructuras más modernas no lo son tanto. Por ejemplo, el edificio de Altrucel en el que trabajaremos esta semana está rodeado por chabolas, y las calles apenas están pavimentadas. Oh, y sí, ya he visto varias vacas por las calles...

Lo mejor por el momento ha sido esta mañana, cuando nuestros compañeros del equipo local nos han llevado a mi colega "apañol" y a mí a comer en un restaurante vegetariano. Nos han llevado en un par de motos, esquivando la infinidad de vehículos y olores restantes. Toda una experiencia: aquí los cláxones suenan más que los Cuarenta Principales, son una especie de señal de que estás vivo, no una advertencia.

Lo malo es que están en invierno, lo cual significa que la temperatura es de unos veinticinco grados de media (no está mal), con mucha humedad en el aire (no está tan bien)... y que oscurece a las seis de la tarde, justo cuando salimos de la oficina, con lo que las posibilidades reales de ver algo de la ciudad de día son pocas impactando directamente con ninguna.

La próxima vez será...

1 comentario:

Acido_Cinico dijo...

Interesante... cuéntanos más