domingo, 17 de enero de 2010

Anatomía de un asesinato

Ayer tuve una mañana del tipo "Paseando a Miss Daisy": me tocó acompañar a mi octogenaria tía a comprarse un abrigo nuevo. Mi tía es una persona de ideas claras (también serviría decir que es de ideas fijas: sabe lo que quiere, y no va a dejar que nadie le aconseje otra cosa). Fiel a esta política, en anteriores ocasiones el procedimiento había sido siempre el mismo: de cabeza a "Modas Paloma", que es como el "Cheers" de las compradoras de ropa mayores de setenta años, un sitio "where everybody knows your name".

Pero ayer no, logré sacarla de su rutina, y estuvimos tanteando un par de locales. Primero Elcortinglés, más que nada para que viera que otros mundos son posibles, aunque entre tanta variedad sólo localizó uno que le gustara lo bastante (400 euros). Así que de ahí nos fuimos a otro lugar llamado "El Danubio Azul". Supongo que la mejor manera de describir al personal de esta tienda es pedir disculpas de antemano por ser cruel y decir que parecía parte del casting de "La parada de los monstruos", aunque todos conservaban sus extremidades. Eso sí, de trato son muy amables, y lo mejor que se puede decir es que mi tía sí encontró el ABRIGO que buscaba (y muy bien de precio, 200 euros), pero por desgracia no tenían su talla. Así que al final acabamos como el resto de veces...

Fuimos a "Modas Paloma".

Lo normal en este local es que mi tía sea atendida por una de las dependientas, de edad madura, como el resto de sus compañeras. Aunque esto no es del todo cierto, hará seis meses había una chica bastante joven, que seguramente apenas había rebasado los veinte. Algo así me extrañó, y a ella se la veía completamente fuera de lugar, de un lado para otro, más pendiente de no molestar que de atender realmente a ningún cliente. Como mi tía compra regularmente cada tres meses, en nuestra penúltima visita me fijé en que la misma chica seguía en esta tienda... pero ya no era ella. Sus movimientos, su modo de hablar, su ropa, su peinado todo mostraba claramente que su espíritu había sido asimilado por su entorno, como si los Borg mezcla de lana-alpaca (66%-34%) la hubieran atrapado. Habían asesinado su esencia. Y ayer ni siquiera la vi: supongo que finalmente se han deshecho del cadáver.

Mi tía, por su parte, ajena a estas observaciones, encontró el ABRIGO (exactamente el mismo modelo), y afortunadamente en esta ocasión sí tenían su talla. Eso sí, lo que en una tienda eran 200 euros, en ésta costaba 280. De modo que mi tía no perdió la ocasión de hacerme notar que podríamos habernos ahorrado toda la mañana si hubiéramos ido en primer lugar a esta tienda. Y yo le hice notar la diferencia de dinero (apreciable) por el mismo producto. De modo que no tuvo más remedio que darme la razón.

Así que supongo que me he condenado a mí mismo a repetir este proceso una y otra vez en el futuro, en lugar de solventarlo todo en un solo viaje a "Modas Paloma".

Sí, un plan brillante, genio.

2 comentarios:

Acido_Cinico dijo...

Magnífica ilustración sobre la eficiencia marginal del capital.
Oye, escribe algo sobre la ex-chica de la tienda...

Tipo Deincógnito dijo...

Pues curiosamente no estaba "muerta", que estaba de parranda...

La semana siguiente tuve que ir a recoger el ABRIGO y allí estaba ella. Uno no sabe si alegrarse porque sigue viva o entristecerse porque sigue viva.